viernes, 29 de marzo de 2013

Artemis Fowl 8 de Eoin Cofler, Capítulo 1 (parte 1) - TRADUCCIÓN

Aquí tienen la primer parte del 1º capítulo de este maravilloso libro, lo subo así, dividido, porque sino la espera sería bastante larga con la escuela, cumpleaños de 15, actividades extracurriculares, etc... Espero que la disfruten, y para descargar el libro en ingles, aqui el link: mybooksforfree.blogspot.com:


Capítulo 1
Una situación del Complejo
Notas del maletín del Dr. Jerbal Argon, de la fraternidad psicológica
1. Artemis Fowl, una vez auto llamado mente maestra adolescente criminal, ahora prefiere el termino genio juvenil. Aparentemente ha cambiado. (Nota para mí: Harrumph.)
2. Los pasados seis meses, Artemis ha estado teniendo sesiones de terapia semanales en mi clínica en Ciudad Refugio, en un intento para superar un severo caso del Complejo de Atlantis, una situación psicológica que desarrolló como resultado de su intromisión con las criaturas mágicas. (Bien merecido, tonto fangosillo.)
3. Recordar subir la horrorosa cuenta a los Policías de los Elementos del Subsuelo.
4. Artemis parece estar curado, y en un tiempo record ¿Es esto probable? ¿O incluso posible?
5. Discutir mi teoría de la relatividad con Artemis. Podría hacer un capítulo muy interesante para mi V-Book: Frustrando a Fowl: Engañando a los pantalones inteligentes (Los publicadores adoran el título—Ka-ching!)
6. Ordenar más analgésicos para mi maldita cadera.
7. Emitir un certificado en limpio sobre la salud mental de Artemis. Hoy, sesión final.

Oficina del Dr. Argon, Ciudad Refugio, elementos del subsuelo
La impaciencia de Artemis Fowl aumentó. El Dr. Argon estaba retrasado. Esta última sesión era innecesaria al igual que las otras seis. Él estaba completamente curado, dios santo, y lo había estado desde la semana dieciocho. Su prodigiosa inteligencia había acelerado el proceso, y no debería estar jugando con sus pulgares ante la petición de un gnomo psicólogo.
Al principio, Artemis paseaba por la oficina, rechazando calmarse con la pared de agua y sus luces del humor; luego se sentó por un minuto en la cabina de oxígeno, que descubrió un poco demasiado calmante.
“Cabina de oxígeno, en efecto”, pensó saliendo de la cabina.
Finalmente, la puerta siseó y se deslizo a un lado, dejando entrar al Dr. Jerbal Argon a su propia oficina. El gnomo rechoncho cojeó directo a su silla. Se dejo caer hacia el abrazo de su relleno, golpeando los controles del apoyabrazos hasta que una bolsa de gel brillo suavemente a la derecha de su cadera.
-Aaaah, -Suspiró –Mi cadera me está matando. Honestamente, nada ayuda. Las personas piensan que conocen el dolor, pero no tienen ni idea.
-Llegas tarde, -Señaló Artemis en Gnómico fluido, su voz carente de simpatía.
Argon suspiró felizmente mientras el caliente almohadón de la silla hacía efecto en su cadera.
-Siempre apurado, ¿eh, fangosillo? ¿Por qué no tuviste una bocanada de oxígeno o meditaste frente a la pared de agua? El Monje Hey-Hey maldice frente a esa cosa.
-No soy un duende pastor, Doctor. Lo que el Monje Hey-Hey hace después del primer gong me interesa poco ¿Podemos proceder con mi rehabilitación? ¿O prefieres gastar más de mí tiempo?
Argon resopló un poco e inclinó su cuerpo hacia adelante, abriendo unos expedientes sobre su escritorio.
-¿Por qué entre más sano estás, más antipático te vuelves?
Artemis cruzó las piernas, su lenguaje corporal estaba relajado por primera vez.
-Solamente ira reprimida, Doctor ¿De dónde provendrá?
-Cumplamos con tu disposición ¿Si, Artemis? -Argon agarró una pila de tarjetas del archivo. –Voy a mostrarte algunas manchas de tinta, y tú me debes decir que figura te sugieren.
El quejido de Artemis fue extenso y teatral. –Manchas de tinta. Oh, por favor. Mi vida es considerablemente más corta que la suya, Doctor. Prefiero no gastar tiempo valioso en pruebas inútiles. También debemos leer hojas de té o adivinar el futuro en las entrañas del pavo.
-La lectura de las manchas de tinta son indicadores confiables de la salud mental, -Objetó Argon. –Probadas y comprobadas.
-Comprobadas por psiquiátricos para psiquiátricos, -Bufó Artemis.
Argon le dio un manotazo a una de las tarjetas de la mesa.
-¿Qué ves en esta mancha de tinta?
-Veo una mancha de tinta, -Dijo el humano.
-Sí, pero, ¿qué es lo que la mancha te sugiere?
Artemis sonrió de manera altamente molesta.
-Veo la carta quinientos treinta y cuatro.
-¿Perdón?
-Carta quinientos treinta y cuatro, -Repitió el genio. –De una serie de seiscientas cartas estándares de manchas de tinta. Las memoricé durante nuestra sesión. Ni siquiera las mezclaste.
Argon chequeó el número en la parte de atrás de la carta: 534. Por supuesto.
-Conocer el número no responde a la pregunta ¿Qué es lo que ves?
Artemis permitió que su labio se tambalease.
–Veo un hacha que chorea sangre. También un niño asustado y un elfo vestido con la piel de un trol.
-¿De veras? –Ahora Argon estaba interesado.
-No. No es en serio. Veo una construcción segura, tal vez una casa familiar, con cuatro ventanas. Una mascota fiel y un camino que lleva desde la casa hasta la distancia. Creo, que si te fijas en tu manual, encontrarás que esta respuesta entra en los parámetros de salud.
Argon no necesitaba fijarse. El fangoso estaba en lo correcto, como siempre. Tal vez, con su nueva teoría, podía tomarlo desprevenido. No era parte del programa, pero podía hacerlo ganar un poco de respeto.
-¿Has escuchado sobre la teoría de relatividad?
Artemis parpadeó. -¿Es una broma? Viajé a través del tiempo, Doctor. Creo que se un poco sobre relatividad.
-No. No esa teoría; mi teoría de la relatividad propone que todas las cosas mágicas están relacionadas e influenciadas por antiguos hechizos o puntos calientes mágicos.
Artemis tomó su barbilla. -Interesante. Pero pienso que encontraras que tu postulación debería llamarse la teoría de relativinodad.
-Como sea, -dijo Argon, dejando atrás la objeción. –Hice una pequeña investigación, y parece ser que los Fowl han molestado a la gente mágica varias veces durante miles de años. Docenas de antecesores tuyos intentaron obtener una olla de oro, a pesar de que has sido el único en tener éxito.
Artemis se enderezó; esto era interesante. –Y nunca supe esto porque le borraron la memoria a mis antepasados.
-Exactamente, -dijo Argon, excitado por tener la completa atención de su paciente. -Cuando era joven, tu propio padre maniató a un enano que había sido atraído a su propiedad. Imagino que todavía sueña con ese momento.
-Bien por mí. –Un pensamiento golpeó a Artemis. -¿Por qué el enano fue atraído a nuestra mansión?
-Por la magia residual fuera de escala que hay allí. Algo pasó en la finca de los Fowl. Algo grande, mágicamente hablando.
-Y el poder permanente nos implanta ideas en las cabezas de los Fowl y nos guía hacia la creencia en magia, -Murmuró Artemis, casi para sí mismo.
-Exacto. Es una situación de goblin-y-huevo ¿Pensaste sobre la magia antes de encontrarla? ¿O la magia te hizo pensar en buscarla?
Artemis tomó un par de notas en su smartphone.-Y este enorme evento mágico, ¿podrías ser más específico?
Argon se encogió de hombros. –Nuestros registros no llegan tan lejos. Diría que estamos hablando de cuando las hadas vivían en la superficie, más de diez mil años atrás.
Artemis se levantó y se cernió sobre el gnomo rechoncho. Sentía que le debía algo al doctor por su teoría de la relativinodad, qué, ciertamente llevaría alguna investigación.
-Dr. Argon, ¿Tuvo pie equinovario de pequeño?
Argon estaba tan sorprendido que respondió honestamente a la pregunta personal, muy inusual para un psicologo. –Sí, sí tuve.
-¿Y fuiste forzado a usar zapatos correctivos con suelas apiladas?
Argon estaba intrigado. No había pensado en esos horribles zapatos en siglos; de hecho, los había olvidado hasta el momento.
-Sólo uno, en mi pie derecho.
Artemis asintió sabiamente, y Argon sintió como si sus roles hubieran sido cambiados, y él fuera el paciente.
-Puedo adivinar que tu pie fue alineado correctamente, pero que tu fémur se torció levemente en el proceso. Una simple ortesis debería solucionar tu problema. -Artemis saco una servilleta doblada de su bolso. –Hice un diseño mientras me tenías esperando en estas últimas sesiones. Potrillo debería ser capaz de construírtelo. Debo de haber estado unos milímetros afuera de mi estimación de tus dimensiones, así que mejor seas medido. –Apoyó diez dedos en el escritorio. -¿Puedo irme? ¿He cumplido con mi obligación?
El médico asintió sombríamente, pensando que posiblemente omitiría esa sesión de su libro. Observó a Artemis caminar a través del suelo de la oficina y desaparecer tras el camino de entrada.
Argon estudió el dibujo en la servilleta y supo por instinto que Artemis estaba en lo correcto sobre su cadera.
“O ese chico es la criatura más sana de la tierra,” pensó, “o está tan desequilibrado que nuestras pruebas no pueden siquiera raspar la superficie.”
Argon agarró un sello de caucho de su escritorio, y, cubriendo el expediente de Artemis, estampó FUNCIONAL en grandes letras rojas.
“Eso espero,” pensó. “En verdad lo espero.”
El guardaespaldas de Artemis, Mayordomo, aguardó por su jefe afuera de la oficina del Dr. Argon, en una gran silla, regalo del centauro Potrillo, consultor técnico de la Policía de los Elementos del Subsuelo.
-No puedo quedarme parado, viéndote encaramado en un taburete mágico, -Le había dicho Potrillo. –Ofende mis ojos. Pareces un mono pelando un coco.
-Muy bien, -había respondió Mayordomo con su voz grave. –Acepto el regalo, pero solo por la preservación de tus ojos.
En verdad había estado feliz de tener una silla cómoda, siendo más de 1,98 metros de alto en una ciudad de gente de 91 centímetros.
El guardaespaldas se paró y se estiró, aplastando sus palmas contra el techo, que era el doble de alto que un hada estándar. Gracias a dios, Argon tenía gusto por lo exagerado, o Mayordomo no podría haberse parado derecho en la clínica. En su opinión, el edificio, con sus techos abovedados, sus tapices con motas doradas, y puertas de madera retro, se veía más como un monasterio, donde los monjes hacían sus votos de riqueza, que un centro médico. Solo la pared con laser, los desinfectantes de manos y la ocasional duendecilla enfermera que pasaba, le recordaba que era en realidad una clínica.
“Estoy tan feliz de que esto esté llegando a su fin”, Había pensado Mayordomo al menos una vez cada cinco minutos en las dos últimas semanas. Había estado en lugares pequeños muchas veces; pero había algo en ser confinado en una ciudad sujeta al interior de la tierra que lo hacía sentir claustrofóbico por primera vez en su vida.
Artemis emergió de la oficina de Argon, su sonrisa de autosuficiencia más pronunciada que lo usual. Cuando Mayordomo vio esta expresión, supo que su jefe estaba nuevamente al mando de sus facultades, y que el Complejo de Atlantis estaba certificado como curado.
No más contar palabras. No más miedo irracional por el número cuatro. No más paranoia e ilusiones. Gracias a dios por eso.
De todas formas preguntó, solo para estar seguro. -Bueno, Artemis, ¿Cómo estamos?
Artemis abotonó el saco de algodón de su traje azul marino. –Estamos bien, Mayordomo. Eso quiere decir que yo, Artemis Fowl Segundo, estoy cien por ciento funcional, lo que es unas cinco veces más funcional que una persona promedio. O, poniéndolo de otra manera: uno punto cinco de Mozart. O tres cuartos de da Vinci.
-¿Sólo tres cuartos? Estas siendo modesto.
-Correcto, -dijo Artemis, sonriendo. –Lo estoy.
Los hombros de Mayordomo se hundieron con alivio. Ego inflado, suprema confianza en sí mismo. Artemis era, definitivamente, el de antes.
-Muy bien. Recojamos a nuestra escolta y sigamos nuestro camino, ¿podemos? Quiero sentir el sol en mi cara. El sol real, no esas lámparas de UV que tienen aquí.
Artemis sintió una punzada de simpatía por su guardaespaldas, una emoción que había estado experimentando más y más seguido en los meses recientes. Era lo suficientemente difícil para Mayordomo pasar desapercibido entre los humanos; allí abajo, solo podría haber llamado más la atención usando un traje de payaso y haciendo malabares con bolas prendidas fuego.
-Muy bien, -Estuvo de acuerdo Artemis. –Pasaremos a buscar a nuestra acompañante y partiremos ¿Dónde está Holly?
Mayordomo señaló hacía abajo por el corredor. –Donde siempre. Con el clon.
La Capitana Holly Canija de la Policía de los Elementos del Subsuelo de la división de Refugio observó la cara de su archi-enemiga y solo pudo sentir pena. Por supuesto, si hubiera estado observando a la verdadera Opal Koboi y no a un clon, la pena no hubiera sido el ultimo sentimiento en su lista, pero definitivamente estaría muy por debajo de rabia y disgusto intenso, bordeando el odio. Pero este era un clon, crecido por adelanto para por una duendecilla megalomaniática con un doble físico, para ser liberada de la custodia en la clínica de J. Argon si la PES hubiera podido encarcelarla, que hicieron.
Holly sentía lástima por el clon porque era una criatura patética y muda, que nunca debió de ser creada. El clonamiento había sido censurado por la ciencia por razones religiosas y por el obvio hecho de que un ser sin fuerza o alma para dar poder a su sistema, estaba condenado a una vida corta de actividad cerebral negligente y el fallo de órganos. Este clon había vivido la mayoría de sus días en una incubadora, luchando por cada respiro desde que había sido retirado del cristal donde había crecido.
-No por mucho más tiempo, pequeña, -Susurró Holly, tocando la frente sustituta del clon a través de los guantes esterilizadores construidos en la pared de la incubadora.
Holly no podía decir con exactitud por qué había empezado a visitar al clon. Tal vez porque Argon le había dicho que nadie lo hacía.
Vino de ninguna parte. No tiene amigos.
Ella al menos tenía dos amigos. Artemis había estado uniéndose a sus visitas, y varias veces se sentaba a su lado en silencio, algo inusual en él.
La designación oficial del clon era Experimento desautorizado 14, pero los chistosos de la clínica la habían nombrado Nopal, que era un cruel juego de palabras entre el nombre  Opal y las palabras no pal (N/A: Pal en ingles es Amigos). Malvado o no, el nombre encajaba; y ahora incluso Holly lo usaba, pensó frágilmente.
Argon le había asegurado que el Experimento Desautorizado 14 no tenía facultades mentales, pero Holly estaba segura de que a veces, los ojos tímidos de Nopal reaccionaban a sus visitas ¿Podía el clon reconocerla?
Holly miró las delicadas fracciones de Nopal e, irremediablemente, le recordó a quien donó los genes del clon.
“Esa duendecilla es veneno,” pensó amargamente. “Lo que toca, emblanquece y muere.”
Artemis entró a la habitación y se paró al lado de Holly, descansando una mano en su hombro.
-Están equivocados sobre Nopal, -dijo Holly. –Ella siente y entiende.
Artemis se inclinó. –Lo sé. Le enseñé algo la semana pasada. Observa.
Posó una mano en el vidrio, golpeando sus dedos lentamente en una secuencia, construyendo un ritmo. –Es un ejercicio elaborado por un doctor cubano llamado Parnassus. Lo usa para generar una respuesta de parte de infantes, e incluso de chimpancés.
Artemis continúo golpeando, y, lentamente, Nopal respondió alzando su mano trabajosamente hacia la del chico y golpeando el cristal con torpeza en un intento de copiar el ritmo.
-Allí ¿Ves? -dijo Artemis. -Inteligencia.
Holly lo golpeó suavemente, hombro contra hombro, su versión de un abrazo. –Sabía que, eventualmente, tu cerebro sería útil.
El grupo de bellotas sobre el pecho del traje de la PES de Holly vibraron, y la elfa tocó su aro tecnológico, aceptando la llamada. Un rápido vistazo a su computadora de muñeca le dijo que era una llamada del consultor técnico de la PES, Potrillo, y había sido clasificada como urgente.
-Potrillo ¿Qué pasa? Estoy en la clínica como niñera de Artemis.
La voz del centauro era tan clara como el cristal a través de las conexiones inalámbricas de Ciudad Refugio.
-Te necesito de vuelta en la Plaza de Policía, ahora. Trae al fangosillo.
Sonaba dramático, pero Potrillo podía ser la reina del drama si su soufflé de zanahoria colapsase.
-Así no es como esto funciona, Potrillo. Los consultores no les dan órdenes a los capitanes.
-Tenemos a una señal de Koboi viniendo de un satélite. Es una señal en vivo, -Contrarrestó el consultor técnico.
-Estamos de camino, -dijo Holly, cortando la conexión.
Recogieron a Mayordomo en el corredor. Artemis, Holly, y Mayordomo eran tres aliados que habían superado campos de batalla, rebeliones, y conspiraciones, todas juntas y habían desarrollado sus propias crisis.
El guardaespaldas vio a Holly usando su cara de trabajo.
-¿Situación?
Holly siguió de largo, obligando a los otros a seguirla
-Opal, -dijo en ingles.
La cara de Mayordomo se endureció. -¿Ojos en?
-Transmisión satelital.
-¿Origen? –preguntó el guardaespaldas.
-Desconocido.
  Se apuraron por el corredor retro hacia el patio de la clínica. Mayordomo adelantó al  grupo y mantuvo la puerta vintage abierta, con sus ventanas manchadas que representaban a un doctor consolando a un lloroso paciente.
-¿Vamos a tomar el Palo? –Preguntó el guardaespaldas, su tono sugería que preferiría no tomarlo.
Holly atravesó la entrada. –Perdón, grandote, hora del Palo.
Artemis nunca había estado en un transporte público antes, humano o mágico, y por eso preguntó, -¿qué es el Palo?
El Palo era el nombre de una calle que tenía una serie de cintas transportadoras que corrían en líneas paralelas a través de una red de cuadras de ciudad Refugio. Era un modo anciano, rápido y seguro de transporte, que operaba con una base de sube/baja similar a cierto sistema humano de cintas de transporte en los aeropuertos. Eran plataformas a lo largo de la ciudad, y todas las personas debían dar un paso hacia la correa y aferrarse a un palo de fibra de carbón que brotaba de ella. Por eso el nombre de Palo.
Por supuesto, Artemis y Mayordomo habían visto el Palo antes, pero el niño nunca había planeado usar un modo de transporte tan indignante, y, por lo tanto, no se había molestado en averiguar su nombre. Artemis sabía que, con su famosa falta de coordinación, cualquier intento de subirse a la cinta hubiera resultado en una caída humillante. Para Mayordomo, el problema no era el de la coordinación o de su escasez. Él sabía que con su volumen, sería difícil solamente encajar sus pies en la anchura de la correa.
-Ah, sí -dijo Artemis. –El Palo. ¿Segura que una cabina verde no sería más rápida?
-Nop, -dijo Holly, presionando hacia Artemis arriba de la rampa hasta la plataforma, luego golpeándolo en los riñones en el momento exacto para que se parara sobre la cinta inconscientemente, su mano descansando en un asidero bulboso del palo.
-Hey, -dijo Artemis, tal vez la tercera vez en su vida que había usado una jerga expletiva. –Lo hice.
-Próxima parada, los Olímpicos, -dijo Holly, que había montado la correa atrás suyo. -Vamos guardaespaldas, -Llamó a Mayordomo por sobre su hombro. –Tu jefe se está adentrando en un túnel.
Mayordomo le lanzó a la elfa una Mirada que podría haber intimidado a un toro. Holly era una querida amiga, pero sus bromas podían ser crueles. Se puso de puntillas sobre la cinta, apretando sus enormes pies en una sola sección y doblando las rodillas para agarrar el pequeño palo. En silueta, se parecía a la bailarina más voluminosa del mundo tratando de arrancar una flor.
Holly podría haber reído si Opal Koboi no hubiera estado en su mente.
La cinta de El Palo llevó a sus pasajeros desde la Clínica de Argon, a través del borde de una plaza con estilo italiano, hasta un túnel bajo, que había sido cortado con laser de la roca sólida. Los tenedores llenos de ensalada de las hadas se quedaban congelados a medio camino de sus bocas mientras el extraño trío pasaba.
La vista de un traje de la PES era común en la correa del Palo, pero un niño humano larguirucho, vestido como un empresario y un hombre-montaña, del tamaño de un trol, era bastante inusual.
El túnel tenía apenas 90 centímetros de altura, así que Mayordomo fue forzado a doblarse sobre tres secciones, aplastando muchos asideros en el proceso. Su nariz estaba a no más de un par de centímetros de la pared del túnel, y notó que estaba gravada con hermosos pictogramas luminosos, representando episodios de la historia humana.
Así, las hadas jóvenes, podían aprender algo sobre su propia herencia cada vez que pasaban por allí. “Que maravilloso” Pensó Mayordomo, pero suprimió su admiración para concentrarse en las tareas de guardaespaldas y no gastar neuronas en estar maravillado mientras estaba bajo tierra. “Guárdalo para el retiro”, pensó “Entonces podrás volver atrás y apreciar el arte.”

 

2 comentarios:

  1. A que eres genial como de que no :D me pase por aqui solo para ver si habias contestado mi comentario anterior(no es que necesites hacerlo es mas que nada una costumbre mia) y me encuentro algo muchisimo mejor que has subido parte del primer cap wuwuwuwu me has hecho el dia te quedo fantastico muy buena traduccion espero con ansias la proxima parte pero sin precion que para hacer un buen trabajo toma tiempo ;)

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    1. Gracias! Y tengo muy buenas noticias: ayer me puse a traducir y me re enganche y traduje todo lo que me quedaba (como 7 hojas) ahora solo me falta revisar, que suele ser una de las partes mas tediosas(al menos para mi) aunque supongo que para mañana o pasado lo tendre listo :D Aguanten los feriados!

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