La Plaza de la
Policía era una cresta empedrada de forma que la silueta de la insignia en
forma de bellota de la Policía de los Elementos del Subsuelo estuviese
cuidadosamente trazada por maestros artesanos. En lo que concernía a los oficiales
de la PES, era una completa pérdida de esfuerzo, puesto que, generalmente, no
eran del tipo que se inclinaba para mirar desde las ventanas del cuarto piso y
maravillarse por como la luz solar artificial enganchaba el ritmo de cada adoquín
dorado y se arreglaba para centellear.
En este día en
particular, parecía que todos en el cuarto piso se habían deslizado de sus
cubículos, como guijarros en una superficie inclinada, para reunirse en la sala
de Situaciones, unida a la oficina/laboratorio de Potrillo.
Holly se abrió
paso a codazos por la sección más angosta del extrañamente silencioso grupo. Mayordomo
simplemente se aclaró la garganta una vez y la multitud se apartó como si
estuviera magnéticamente repelida del gigante humano. Artemis tomó este camino
hacia dentro de la sala de Situaciones para encontrar al Comandante Camorra
Kelp y a Potrillo, parados frente a una pantalla del tamaño de la pared, absortos
por los acontecimientos.
Potrillo notó
los jadeos que seguían a Mayordomo hacia donde sea que iba en Refugio y miró a
su alrededor.
-Que los cuatros te acompañen, -le
susurró el centauro a Artemis, su felicitación/broma estándar por los pasados
seis meses.
-Estoy curado, como bien tú sabes,
-dijo Artemis. -¿Qué está pasando?
Holly se hizo un
espacio al lado de Camorra Kelp, que parecía estar transformándose en su jefe
formal, el Comandante Julius Remo, mientras pasaban los años. El Comandante
Kelp rebosaba de una actitud determinada, causa por la que había adoptado el
nombre de Camorra después de su graduación. Una vez había tratado de arrestar
un trol por ensuciar, y resultó en el parche de piel artificial en la punta de
su nariz, que brillaba amarillento desde un cierto ángulo.
-Corte Nuevo, Skipper, -Dijo
Holly. –Remolacha tiene uno como ese.
El Comandante Kelp
no quitó sus ojos de la pantalla. Holly estaba bromeando porque estaba nerviosa
y Camorra lo sabía. Ella estaba en lo correcto en estar nerviosa. De hecho,
sentir por completo miedo hubiera sido más apropiado, dada la situación que se emitía
frente a ellos.
-Mira el show, Capitana, -dijo
entre dientes. –Es bastante explicativo.
Habían tres
figuras en la pantalla, un prisionero de rodillas y dos captores; pero Holly no
ubicó a Opal Koboi en seguida porque la buscaba entre los dos seres parados. Con
un salto, se dio cuenta de que Opal era la prisionera.
-Es un truco, -Dijo- Debe de serlo.
El Comandante Kelp
se encogió de hombros. Míralo y observa.
Artemis se acercó
a la pantalla, escaneando la imagen en busca de información.
-¿Están seguros de que es en vivo?
-Es una señal en vivo, -Dijo
Potrillo. –supuse que podían estar enviándonos una señal pre-grabada.
-¿De dónde proviene?
Potrillo observó
el mapa trazado en su propio monitor. La línea de llamada venía de un satélite
mágico desde Sud-África, de allí hacia Miami y luego hacia otro centenar de
lugares, como el garabato de un niño molesto.
-Hackearon un satélite y
corrieron la línea a través de una serie de capas. Podría ser cualquier lugar.
-El sol está alto, -reflexionó Artemis
en voz alta. –Puedo adivinar por las sombras que es temprano por la tarde. Si
es actualmente una señal en vivo.
-Eso lo reduce a un cuarto del
planeta, -Dijo Potrillo cáusticamente.
El alboroto del
cuarto se intensificó mientras, en la pantalla, uno de los dos gnomos
voluminosos parado tras Opal levantó un arma humana automática, que parecía un
cañón en sus dedos mágicos.
Parecía que de
pronto la temperatura de la sala de Situaciones había disminuido.
-Necesito paz, - dijo Artemis. –Saquen
a esta gente de aquí.
La mayor parte
de los días, Camorra Kelp hubiera discutido con Artemis sobre que no tenía
autoridad para limpiar la habitación, y, probablemente, habría invitado a más
gente a entrar a la estrecha oficina, sólo para probar su punto; pero este no
era “la mayor parte de los días”.
-Todos fuera, -Le ladró a los
oficiales reunidos -Holly, Potrillo y fangosillo, quédense donde están.
-Creo que también me quedaré,
-Dijo Mayordomo, escudando con su mano la parte de arriba de su cabeza para
evitar quemarse con la lámpara.
Nadie objetó.
Usualmente, los
oficiales de la PES hubieran protestado con su reticencia de machos cuando se les
ordenaba moverse, pero en esa instancia se apuraron hacia el monitor más
cercano, ansiosos de no perderse ni un solo fragmento de los eventos que se
estaban desencadenando.
Potrillo trabó
la puerta tras ellos con un golpe de su pata, luego oscureció las ventanas para
que no hubiera ninguna distracción de afuera. Los otros cuatro formaban un
semicírculo frente a la pantalla de la pared, mirando los que parecían ser los
últimos minutos de la vida de Opal Koboi. Una de las Opal Kobois, en
cualquier caso.
En la pantalla
habían dos gnomos, ambos usando mascaras paras fiestas anti-UV, programadas
para parecerse a cualquiera. Estas habían sido modeladas a Pip y Kip, dos
gatitos animados populares en la TV, pero las figuras aun eran reconocibles
como gnomos por sus torsos fornidos y sus antebrazos rechonchos. Estaban frente
a una mediocre pared gris, cerniéndose sobre el pequeño duende que estaba de
rodillas sobre las marcas de barro de algún vehículo con ruedas, agua cayendo
de las piernas de su traje de diseñador. Las muñecas de Opal estaban atadas y
su boca tapada, y parecía verdaderamente aterrorizada.
El gnomo con la
pistola habló a través de la caja de voz de la máscara, disfrazando su voz como
la de Pip el gatito.
-No puedo hacerlo más simple, -chilló,
y, de alguna manera, la voz animada lo hizo parecer más peligroso. –Tenemos una
Opal, ustedes tienen la otra. Dejan salir a su Opal, y nosotros no matamos a
ésta. Tenían veinte minutos, ahora tienen quince.
Pip el gato
ladeó su arma.
Mayordomo tocó
el hombro de Holly.
-¿Acaba de decir...?
-Sí. Quince minutos u Opal muere.
El
guardaespaldas puso el aparato traductor en su oído. Pero era tan confiable
como su dudosa comprensión de Gnómico.
Camorra Kelp
estaba incrédulo,
-¿Qué clase de trato es ese? ¿Danos
un terrorista o matamos a un terrorista?
-No podemos dejar que alguien sea
asesinado delante de nuestros ojos, -dijo Holly.
-Absolutamente no, -estuvo de
acuerdo Potrillo. –No somos humanos.
Artemis carraspeó.
-Perdón, Artemis, -dijo el
centauro. –Pero ustedes, los humanos, son una raza sedienta de sangre. Seguro
que a veces producimos una duendecilla loca por poder, pero por lo general, las
criaturas somos amantes de la paz. Que es probablemente la razón por la que
vivimos aquí abajo en primer lugar.
Camorra Kelp
gruñó, uno de sus recursos como líder (Que no mucha gente podía acarrear,
especialmente cuando estaba parado sobre lo que Artemis estaba seguro que eran
botas de más de treinta centímetros.) Pero el gruñido de Camorra era lo
suficientemente convincente como para sofocar la disputa.
-Concéntrense, gente, -Dijo.
–Necesito una solución aquí. Bajo ninguna circunstancia podemos liberar a Opal
Koboi, pero tampoco podemos quedarnos parados y dejar que sea asesinada.
La computadora
había recogido algunas referencias de Koboi en la pantalla, y había elegido
correr su archivo en una ventana lateral, en cualquier caso, nadie necesitaba
refrescar su memoria.
Opal Koboi. Duende genio certificada
como industrialista e inventora. Organizó el golpe goblin y su protesta. Clonada
a sí misma para escapar de prisión y tratar de liderar a los humanos a Refugio.
Responsable del asesinato del Comandante Julius Remo. Poseía una glándula pituitaria
humana implantada para desarrollar la hormona del crecimiento (removida con
posterioridad). La versión más joven de Opal siguió a la Capitana Canija desde
el pasado y se encuentra actualmente en la línea del tiempo del presente. Está
asumido que tratará de liberar a su yo encarcelado y volver a su propio tiempo.
Opal ocupa la posición uno y dos en la lista de los Más Peligrosos de la PES. Categorizada
como altamente inteligente, motivada, y psicótica.
“Esta es una
movida osada, Opal”, pensó Artemis. “Y con repercusiones potencialmente
catastróficas.”
Sintió a Holly
mirando su hombro.
-¿Qué piensas,
Artemis?
El niño frunció
el seño.
–Mi primera impresión es llamarlo
un engaño. Pero los planes de Opal, siempre toman en cuenta las primeras
impresiones.
-Podría ser una trampa. Tal vez,
esos goblins simplemente dispararán en falso.
Artemis sacudió
la cabeza.
-No. Eso no traería otro desenlace
más que un momento de horror para nosotros. Opal ha planeado esto para ganar,
cual sea la ocasión. Si la desencarcelas, entonces ella es libre. Si la Opal
más joven muere, entonces... ¿entonces qué?
Mayordomo
intervino.
–Puedes hacer toda clase de cosas
con los efectos especiales, hoy en día ¿Y si computarizaron su cabeza para que
explote?
Artemis estaba
decepcionado por esta teoría, la cual sintió que ya había descartado.
-No, Mayordomo. Piensa. De nuevo,
no hay nada que ganar.
Potrillo bufó. –En
cualquier punto, si la matan, sabremos muy pronto si todo eso es real o no.
Artemis rió a
medias. –Es verdad. Ciertamente sabremos.
El
guardaespaldas gruñó. Este era uno de esos momentos en el cual Artemis y
Potrillo estaban al tanto de algo científico y asumían que todos los
demás en la habitación también conocían todos los factores. Ocasiones como esta
garantizaban volver a Holly loca.
-¿De qué están
hablando? – Gritó. -¿Qué vamos a saber? ¿Cómo sabremos lo que sea que vaya a
ser?
Artemis la miró como
si estuviera despertando de un sueño -¿Realmente, Holly? ¿Tienes a dos
individuos iguales ocupando la misma corriente del tiempo, y eres inconsciente
de las ramificaciones?
En la pantalla, los
gnomos se pararon como estatuas tras la temblorosa duendecilla. El que estaba
armado, Pip, miraba ocasionalmente un reloj de pulsera levantando su manga con
el cañón de la pistola, pero, por lo demás, esperaron pacientemente. Opal imploraba
con los ojos, mirando la lente de la cámara; gruesas lágrimas recorrían sus
mejillas, brillando por el sol. Su cabello parecía más fino de lo usual y
sucio. Su traje Juicy de alta costura, conseguido sin duda en la sección infantil
de alguna tienda exclusiva, tenía varios lugares rotos, las rasgaduras
cubiertas de sangre. La imagen era de súper-alta-definición, y tan clara como
si miraras por una ventana. Si esta era una amenaza falsa, entonces la joven Opal
no lo sabía.
Camorra golpeó
el escritorio, una afección de Julius Remo que había adoptado.
-¿Cuáles son las ramificaciones?
Dime.
-Solo para ser claro, -dijo
Artemis, -¿Quieres que te diga lo que la palabra ramificaciones significa? ¿O cuáles son las ramificaciones?
Holly golpeó con
el hombro al genio en la cadera, apurándolo.
-Artemis, estamos contrarreloj aquí.
-Muy bien, Holly. Este es el
problema…
-Vamos, -Declaró Potrillo. –Déjame
explicar. Ésta es mi área, y seré conciso y al punto, lo prometo.
-Adelante, entonces, -Dijo
Camorra, que era conocido por su amor por lo conciso y al punto.
Holly rió, una simple
carcajada áspera. No podía creer que todos siguieran actuando como siempre,
cuando una vida estaba en peligro.
Nos hemos vuelto
desensibilizados, como los humanos.
Lo que sea que Opal
haya hecho, aún era una persona. Hubieron días oscuros en los que Holly había
soñado con cazar a esa pequeña duendecilla y aplicarle un poco de justicia al
estilo de los Fangosos, pero esos días se habían ido.
Potrillo tiró de
su mechón escandalosamente peinado.
-Todos los seres vivos están
hechos de energía, -empezó con su típica voz pomposa de impartiendo información importante que usaba en momentos como ese. –Cuando
este ser muere, su energía se disipa lentamente y vuelve a la tierra. –Hizo una
pausa dramáticamente. -¿Pero, qué y si la completa existencia de un ser se
viera negada por una repentina anomalía cuántica?
Camorra alzó los
brazos. - !Whoa! Conciso y al punto, ¿Recuerdas?
Potrillo
reformuló lo que estaba diciendo. -Okey. Si la Opal joven muere, entonces la
Opal vieja ya no puede continuar existiendo.
Le tomó un
segundo, pero al final Camorra lo captó. –Así que, ¿Será como en las películas?
¿Ella chisporroteará fuera de nuestra existencia, nosotros estaremos un poco
perdidos por un momento, y luego nos olvidaremos de ella?
Potrillo rio
disimuladamente. –Esa es una teoría.
-¿Cuál es la otra?
El centauro
palideció de repente, y, atípicamente, le cedió la palabra a Artemis.
-¿Por qué no explicas tú esta
parte? -dijo. –Me acabo de imaginar lo que podría pasar y necesito empezar a
hacer llamadas.
Artemis asintió
secamente. –La otra teoría fue
formulada por primera vez por su propio profesor Bahjee hace cinco siglos. Bahjee
creía que si la línea del tiempo era contaminada por la llegada de una versión
más joven de un ser, y, posteriormente, ésta versión joven falleciera, entonces
el ser del presente liberaría toda su energía violenta y espontáneamente. Y no
solo eso, todo lo existente gracias a la joven Opal también haría combustión.
Violentamente y combustión fueron
palabras que el Comandante Kelp entendió bien.
-¿Liberar su energía? ¿Qué tan
violentamente?
Artemis se
encogió de hombros. –Eso depende del objeto o ser. La materia es cambiada
instantáneamente a energía. Una gran fuerza explosiva sería liberada. Podríamos
hablar incluso de fisión nuclear.
Holly sintió como
su corazón se aceleraba. -¿Fisión? ¿Fisión nuclear?
-Básicamente, -dijo Artemis. –para
los seres vivos. Los objetos deberían causar un menor daño.
-¿Cualquier cosa que Opal haya
hecho o contribuido a hacer va a explotar?
-No. Solo las cosas que ha influenciado
en los pasados cinco años de nuestro tiempo, entre medio de sus dos edades, a
pesar de que, probablemente, habrán ondas temporales en ambos lados.
-¿Estás hablando de todas las
armas de su compañía que todavía están en comisión? -Preguntó Holly.
-Y los satélites, -añadió Camorra.
–Todo vehículo secundario de la ciudad.
-Es solo una teoría, -Dijo
Artemis. –Hay otra teoría que sugiere que nada va a pasar, a excepción de la
muerte de una persona. La física triunfa sobre la física cuántica, y las cosas
siguen como es normal.
Holly se
encontró a sí misma con la cara roja con furia súbita. –Estás hablando como si
Opal ya estuviera muerta.
Artemis no
estaba seguro de que decir. –Estamos contemplando el abismo, Holly. En poco
tiempo, muchos de nosotros podríamos estar muertos. Necesito ser objetivo.
Potrillo alzó la
mirada del panel de su computadora. -¿Qué piensas sobre los porcentajes,
fangosillo?
-¿Porcentajes?
-Teoría correcta.
-Oh, ya veo ¿Cómo serían las
explosiones?
-Exactamente.
Artemis pensó sobre
ello. –Considerando todas las cosas, diría que un noventa por ciento. Si fuera
un hombre de apuestas, y hubiera alguien que aceptara este tipo de apuestas, pondría
mi última moneda de oro en ello.
Camorra paseaba
por la pequeña oficina. –Necesitamos liberar a Opal, inmediatamente.
Ahora Holly estaba
insegura. –Pensemos sobre esto, Cam.
El comandante se
giró hacia ella. –¿No escuchaste lo que dijo el humano? ¡Fisión! No podemos
tener fisión en el subsuelo.
-Estoy de acuerdo, pero podría
ser un truco.
-La alternativa es demasiado
terrible. La soltamos, y la cazamos. Pon a Atlantis en la línea. Necesito
hablar con el guardián de las profundidades ¿Aún se encuentra Vinyáya?
Artemis habló
tranquilamente, pero con el tono de mando que lo hizo un líder natural desde la
edad de diez años.
-Es demasiado tarde como para
liberar a Opal. Todo lo que podemos hacer es salvar su vida. Eso es lo que ella
planeó.
-¿Salvar su vida? –objetó Camorra.
–Pero todavía tenemos… -El Comandante Kelp revisó la cuenta regresiva. –Diez minutos.
Artemis palmeó
el hombro de Holly y luego se alejó de ella. –Si la burocracia mágica es en
cualquier cosa parecida a la humana, entonces no serán capaces de poner a Opal
dentro de una lanzadera en ese tiempo. Lo qué sí podrían hacer es llevarla al
núcleo del reactor.
Kelp todavía no
había aprendido a callarse y dejar al niño explicar, así que siguió haciendo
preguntas, alentando en proceso, gastando segundos valiosos.
-¿El núcleo del reactor? ¿Qué
núcleo del reactor?
Artemis levantó
un dedo. –Una pregunta más, Comandante, y seré forzado a decirle a Mayordomo
que lo restrinja.
Kelp estaba a un
suspiro de echar a Artemis o acusarlo de algo, pero la situación era crítica y,
si había una chance de que este humano pudiera, de alguna forma, ayudar…
Apretó sus puños
hasta que sus dedos crujieron. -Okey. Habla.
-Las Profundidades son
alimentadas por un reactor natural de fisión, en una capa mineral de uranio,
posada sobre una cama de granito similar a la de Oklo, Gabón, -Dijo Artemis, arrancando
los hechos de su memoria. –La compañía de poder de las Criaturas cosechan la
energía en pequeñas vainas dentro del uranio. Estos estuches están
estructurados con ciencia y magia para resistir una explosión nuclear moderada.
Eso es lo que enseñan en las escuelas aquí ¿Todas las hadas en esta habitación
lo saben, correcto?
Todos
asintieron. Técnicamente, estaba en lo correcto, como lo sabían ahora.
-Si podemos poner a Opal dentro
de la ranura antes del tiempo límite, entonces la explosión al menos estaría
contenida y, teóricamente, si le echamos suficiente espuma anti-radiación, Opal
incluso retendrá su integridad física. A pesar de que eso es algo, no apostaría mi última moneda en ello. Opal, aparentemente,
está preparada para tomar el riesgo.
Camorra estuvo
tentado a golpear al humano en el pecho, pero se resistió prudentemente. -¿Estás
diciendo que todo esto es un elaborado plan de escape?
-Por supuesto, -dijo Artemis. –Y
no tan elaborado. Opal nos está forzando a liberarla de su celda. La
alternativa es la completa destrucción de Atlantis y de cada alma allí, lo que
es impensable para cualquier persona, excepto Opal.
Potrillo ya
había obtenido los planos de la prisión. –El núcleo del reactor está a no más
de noventa y dos metros por debajo de la celda de Opal. Ahora estoy
contactándome con el guardia.
Holly sabía que Artemis
era un genio y que no había nadie más calificado para adivinar las intenciones
de los secuestradores. Pero aún así tenían opciones.
Miró las figuras
en la pantalla y se enfrió por lo casual que se veían esos gnomos a la luz de
lo que estaban por hacer. Se encorvaban como adolescentes, apenas mirando a su
cautiva, arrogantes en sus habilidades y ni una pizca conscientes de sus
mascaras-inteligentes de personajes animados, que “leían” sus caras y
proyectaban la emoción apropiada al estilo exagerado de las caricaturas. Esas caretas
eran muy populares entre la multitud de karaoke, quienes entonces podían verse
y sonar como sus ídolos.
“Tal vez ni
siquiera saben lo que está en riesgo aquí,” Pensó Holly repentinamente. “Tal
vez estén tan despistados como lo estaba yo diez segundos atrás.”
-¿Pueden escucharnos? –Le
preguntó a Potrillo.
-Sí, pero aún no nos han
respondido. Solo presiona el botón.
Esta era una
vieja forma de hablar; en realidad no había ningún botón, sino un sensor en la
pantalla táctil.
-¡Aguarda, Capitana! –ordenó
Camorra.
-Soy una negociadora entrenada,
señor, -dijo Holly, esperando que el respeto en su tono le hiciera lograr lo que
quería. –Y una vez fui… -Miro culpable a Artemis, apenada por tener que jugar
esa carta. –Y una vez fui rehén, así que sé cómo van las cosas. Déjeme
hablarles.
Artemis asintió
con coraje, y la elfa supo que había entendido su táctica.
-La Capitana Canija está en lo
correcto, Comandante, -dijo. -Holly es un comunicador natural. Incluso se las
arregló para hacerme a mí entender.
-Hazlo, -rugió Camorra. -Potrillo,
sigue tratando de comunicarte con Atlantis. Y reúne al Concejo; necesitamos
empezar a evacuar las dos ciudades ahora.
A pesar de que
no podías ver sus caras verdaderas, las expresiones caricaturescas de los
gnomos estaban aburridas. Eso decían la inclinación de sus cabezas y la curvatura
de sus rodillas. Tal vez todo esto no era tan excitante como pensaron que iba a
ser. Después de todo, no podían ver a su audiencia, y nadie había respondido a
sus amenazas. Lo que había empezado como un acto revolucionario, se veía ahora
como dos grandes gnomos metiéndose con una duendecilla.
Pip blandió su
arma hacía Kip, y el significado era obvio: ¿Por qué no solo le disparamos ahora?
Holly activó el micrófono
con una sacudida de su mano.
-Hola, ustedes allí. Ésta es la Capitana
Holly Canija de la PES ¿Pueden escucharme?
Los gnomos se
animaron, y Pip incluso intentó un silbido, que vino a través de la caja de voz
como una vibración.
-Hey, Capitana Canija. Hemos
escuchado sobre ti. He visto imágenes. No está mal Capitana.
Holly reprimió
una réplica mordaz. Nunca debes forzar a un secuestrador a demostrar su
resolución.
-Gracias, Pip ¿Puedo llamarte Pip?
-Tú, Holly Canija, puedes
llamarme de cualquier manera y en cualquier
momento que quieras, -chilló Pip, mientras extendía su mano libre para
chocar nudillos con su compañero.
Holly estaba
incrédula. Esos dos estaban a punto de incapacitar por completo el mundo mágico,
y bromeaban sobre ello como dos goblins en una fiesta de bolas de fuego.
-Okay, Pip, -continuó
uniformemente. -¿Qué podemos hacer por ustedes?
Pip sacudió la
cabeza tristemente hacia Kip. -¿Por qué las más lindas son siempre las más estúpidas?
–Giró hacia la cámara. –Tú sabes lo que puedes hacer por nosotros. Ya se lo
dijimos. Liberen a Opal Koboi, o su modelo joven va a tomar un largo sueño. Y
con eso me refiero a recibir un tiro en la cabeza.
-Necesitan darnos un poco de
tiempo para mostrar confianza. Vamos, Pip ¿Una hora más? ¿Por mi?
Pip rascó su
cabeza con el cañón del arma, pretendiendo estar considerándolo. –Eres linda,
Holly. Pero no tan linda. Si te doy
otra hora, nos rastrearan de algún modo y me tirarán un congela-tiempo a la
cabeza. No, gracias, Cap. Tienen diez minutos. Si fuera tú, abriría esa celda o
llamaría al director del funeral.
-Este tipo de cosas llevan tiempo,
Pip, -persistió Holly, repitiendo el nombre para forjar un vínculo. –Toma tres
días pagar una multa de tránsito.
Pip se encogió
de hombros. –No es mi problema, bebe. Y puedes llamarme Pip todo el día y no
nos hará mejores amigos. No es mi nombre real.
Artemis
desactivó el micrófono. –Este es inteligente, Holly. No juegues con él, solo di
la verdad.
La elfa asintió
y prendió el aparato. -Okey, cual sea tu nombre. Déjame decírtelo directamente.
Hay una buena chance de que, si le disparan a la Opal joven, aquí abajo habrá
una serie de grandes explosiones. Mucha gente inocente morirá.
Pip blandió su
pistola sin cuidado. -Oh si, las leyes cuánticas. Sabemos sobre eso, ¿no, Kip?
-Leyes cuánticas, -Dijo Kip. –Por
supuesto que lo hacemos.
-¿Y no les importa que hadas
buenas, gnomos que podrían estar emparentados a ustedes, mueran?
Pip alzó sus
cejas para que se juntaran sobre la máscara. –¿Te llevas bien con alguien de tu
familia, Kip?
-No tengo familia. Soy huérfano.
-¿En serio? Yo también.
Mientras
bromeaban, Opal se estremecía en el suelo, tratando de hablar a través de la
cinta. Potrillo obtendría un análisis vocal de los apagados murmullos después,
si es que había un después, pero no
se necesitaba ser un genio para figurarse que estaba rogando por su vida.
-Debe de haber algo que necesiten,
-dijo Holly.
-Hay algo, -respondió Pip.
–¿Puedo conseguir tu código-com? Seguro que me encantaría salir por un
sim-latte cuando todo esto acabe. Puede que sea en un tiempo, por supuesto, en
lo que Ciudad Refugio permanece en ruinas.
Potrillo puso un
cuadro de texto en la pantalla que decía: Están
trasladando a Opal.
Holly pestañó
para demostrar que había entendido, luego siguió con la negociación. –Esta es
la situación, Pip. Tenemos nueve minutos. No puedes sacar a alguien de Atlantis
en nueve minutos. No es posible. Ellos necesitan ponerse el traje, presurizar,
tal vez; ir a través de conductos hacia mar abierto. Nueve minutos no es
suficiente.
Las respuestas
teatrales de Pip se estaban volviendo un poco difíciles de tomar. –Bien,
entonces creo que un montón de gente van a nadar. La fisión puede hacer un
tremendo agujero en el escudo.
Holly se rompió.
-¿No se preocupan por nadie? ¿Cuál es el precio por el genocidio?
Pip y Kip rieron.
-Es un horrible sentimiento, ¿no?
La impotencia. - dijo Pip. –Pero hay sentimientos peores. Los Drownings, por
ejemplo.
-Y ser aplastado por escombros de
edificios, -añadió Kip.
Holly golpeó con
sus diminutos puños la consola.
Estos dos son
tan exasperantes.
Pip se acercó a
la cámara, para que su máscara ocupara toda la pantalla. –Si no recibo una
llamada de Opal Koboi en los próximos minutos diciéndome que está en una
lanzadera camino a la superficie, le voy a disparar a esta duendecilla. Créelo.
Potrillo
apoyó la cabeza en sus manos. –Solía adorar “Pip y Kip”, -Dijo.
Bueno, ese es el final del primer capítulo, y el segundo no es muy largo (6 hojas) asi que espero tenerlo listo pronto :)
Aaaaaaaa con ganas de matarlos en serio NO PUEDE SER!!! agh que estresante ... en fin muy buena traducción(como siempre)esperando el proximo capitulo espero que alguien golpee a eso dos ¬¬
ResponderEliminarbesos :)