Lo prometido es deuda, así que aquí está el capítulo 5 de esta saga que, lamentablemente no me pertenece, sino a Eoin Colfer :D Espero que lo disfruten...
Capítulo 5
Harma-gedón
Ériú,
a.k.a. El Estado Fowl
Enterrados en una
espiral descendente alrededor del sello, los Berserkers se agitaron aún más
mientras la magia se perdía en el mundo arriba suyo.
“Algo se aproxima,” Comprendió
Oro, capitán de los Berserkers. “Pronto seremos libres y nuestras espadas
probaran la sangre humana una vez más. Cocinaremos sus corazones en vasijas de
barro y los convocaremos frente a las ancestrales fuerzas oscuras. Nos
infiltraremos en las formas que debamos para contener a los humanos. No pueden
matarnos, porque nosotros ya estamos muertos, unidos por una madeja de magia.
Nuestro tiempo será
corto. No más que una simple noche después de todo este tiempo; pero nos
cubriremos en gloria y sangre antes de unirnos a Danu en el más allá.”
¿Pueden
sentir el movimiento? Oro llamó a los espíritus de sus
guerreros. Estén preparados para empujar
cuando la puerta sea abierta.
Estamos
listos, replicaron sus guerreros. Cuando
la luz caiga sobre nosotros, nos apoderaremos de los cuerpos de perros, tejones y humanos, y los someteremos a
nuestros deseos.
Oro no pudo evitar
pensar: “preferiría habitar un humano que un tejón.”
Él estaba orgulloso,
y ese mismo orgullo le había costado la vida diez mil años atrás.
Gobdaw, que yacía a
su izquierda, envió un pensamiento vibrante, que casi podía ser una risa.
Si, -Dijo.
–Pero mejor un tejón que una rata.
Si el corazón de Oro
hubiera sido de carne y sangre, hubiera palpitado con un nuevo orgullo, pero
esta vez por sus guerreros.
“Mis soldados están
listos para la guerra. Ellos pelearan hasta que sus cuerpos robados caigan, y
entonces, finalmente, ser libres hacia el abrazo de la luz. Nuestro tiempo está
a la mano.”
Juliet Mayordomo
estaba sosteniendo un fuerte, y no solo en el sentido de cuidar de las cosas
mientras los padres de Artemis habían ido a una eco-conferencia en Londres, actualmente
estaba sosteniendo un fuerte.
La fortaleza en
cuestión, era una vieja torre Martello que se mantenía de pie como centinela
sobre una colina, vigilando el muelle de Dublín. El fuerte había sido
desgastado por los elementos hasta ser una simple protuberancia, y una extraña
hiedra negra había arrojado zarcillos a lo largo de los muros como tratando de
reclamar la piedra como parte de la tierra. El seríamos-conquistadores de los
hermanos de Artemis Fowl: el cuatro añero Myles y su mellizo, Beckett. Los
chicos se habían apresurado por la torre muchas veces con espadas de madera
pero eran rechazados por Juliet y enviados, gentilmente, al alto pasto. Beckett
chilló entre risas, pero Juliet podía notar que Myles se estaba frustrando más
y más por sus asaltos fallidos.
“Tal como Artemis, es
ese,” Pensó Juliet. “Otra pequeña mente maestra criminal.”
Por los pasados diez
minutos, los chicos habían estado susurrando detrás un arbusto, planeando su
próximo ataque. Juliet podía escuchar risitas apagadas y órdenes escuetas
mientras Myles, indudablemente, le decía una serie de complicadas instrucciones
tácticas a su hermano.
Juliet sonrió. Podía
imaginar el escenario.
Myles diría algo como:
Tú
ve por un camino, Beck, y yo iré por el otro. Eso se llama flanquear.
A lo que Beckett respondería algo
como: Me gustan las orugas.
Era verdad decir que los hermanos
se amaban mutuamente más que a sí mismos, pero Myles vivía
en un estado de frustración constante porque Beckett no podía, o no quería,
seguir las instrucciones más simples.
“En cualquier
segundo, Beckett se aburrirá de la reunión táctica,” pensó la hermana menor de
Mayordomo, “y vendrá errante del arbusto blandiendo su espada de juguete.”
Momentos después,
Beckett, en efecto, trastabilló desde el matorral, pero no era una espada lo
que blandía.
Juliet osciló su
pierna sobre el bajo parapeto y lo llamó suspicaz.
-Beck, ¿Qué tienes
allí?
El niño agitó el
objeto. –Calzoncillos, -Dijo francamente.
Juliet miró de nuevo
para confirmar que el sucio triángulo era, de hecho, ropa interior. Por la
remera de “Niño Delgado” hasta la rodilla que había usado los pasados cuarenta y
ocho días, era imposible acertar si los calzoncillos eran o no los de Beckett, a
pesar de que así parecía, dado a que las piernas del chico estaban desnudas.
Beckett era un
personaje revoltoso y, en sus pocos meses como niñera/guardaespaldas, Juliet había
visto muchas cosas peores que ropa interior, por ejemplo, la granja de gusanos
que Beckett había construido en el baño inferior, y que había fertilizado personalmente.
-Okey, Beck, -Lo
llamó desde abajo de la torre. –Solo ponte tu ropa interior, pequeñín. Te
conseguiré un par limpio.
Beckett avanzó
firmemente. -Nope. Beckett está enfermo de la estúpida ropa interior. Estas son
para ti. Un presente.
La cara del niño
brilló con un inocente entusiasmo, convencido de que sus calzoncillos eran el mejor
regalo que una chica podría obtener, además de un par de sus calzones con un
puñado de escarabajos acunados dentro.
Juliet lo
contrarrestó con: -Pero no es mi cumpleaños.
Beckett estaba al pie
de la usada torre ahora, sacudiendo los calzoncillos como una bandera. –Te amo,
Jules, toma el presente.
“Me ama,” Pensó
Juliet. “Los niños siempre conocen los puntos débiles.”
Trató con una última
táctica desesperada. -¿Pero tú cola no estará congelada?
Beckett tenía una
respuesta para eso. -Nope. Ni siquiera siento frio.
Juliet sonrió
afectuosamente. Era fácil de creer. El huesudo Beckett despedía tanto calor que
podría hervir un lago. Abrazarlo era como abrazar un radiador inquieto.
En este punto, el
único camino de Juliet para evitar tocar los calzones era una mentira
inofensiva. –Los Conejos aman la vieja ropa interior, Beck ¿Por qué no la
entierras como regalo para Papá Conejo?
-Los conejos no
necesitan ropa interior, -Dijo una siniestra vocecilla detrás suyo. –Son
mamíferos de sangre caliente, y su pelaje es suficiente abrigo para nuestro
clima.
Juliet sintió la
punta de la espada de madera de Myles en su muslo y se dio cuenta de que el
chico había usado a su hermano como una distracción y luego había rodeado los
escalones traseros.
“No escuché nada,” reflexionó.
“Myles está aprendiendo a deslizarse.”
-Muy bien, Myles,
-Dijo. -¿Cómo conseguiste que Beckett siguiera tus instrucciones?
El niño rió con
suficiencia, el parecido con Artemis era increíble. –No le di órdenes de
soldado. Le sugerí a Beck que su trasero podía picar.
“Este niño ni
siquiera tiene cinco,” Pensó Juliet. “Espera a que el mundo obtenga al cargado
Myles Fowl.”
Desde la esquina de
su ojo, vio algo triangular navegar por el aire hacia ella e instintivamente lo
asió. No antes de que sus dedos se cerraran en el material, notó lo que estaba
sosteniendo.
“Genial” Pensó. “Embaucada
por dos cuatro añeros.”
-Muy bien, chicos,
-Dijo. –Tiempo de ir a la casa por el almuerzo ¿Qué hay en el menú hoy?
Myles enfundó su
espada. –Me gustaría una croqueta, madame, con jugo de uva frío.
-Bichos, -Dijo
Beckett, saltando en un pie. –Bichos en kétchup.
Juliet subió a Myles a
su hombro y saltó desde la pared baja de la torre. –Entonces, muchachos, lo
mismo que ayer.
“Memo a mí misma,” Pensó.
“Lava tus manos.”
Los niños estaban con
el pasto hasta la cintura cuando el lejano caos comenzó. Beckett le prestó poca
atención a la discordancia distante porque su soundtrack interno generalmente
iba acompañado de explosiones y gritos, pero Myles sabía que algo estaba mal.
Él volvió hacia la
torre Martello y trepó los escalones de piedra, mostrando una falta de
habilidad recordativa a Artemis, que
divertía a Beckett a lo grande, mientras su grado de pisada segura era tanto
como la falta de la de su hermano.
-Armagedón, -Anunció
Myles cuando alcanzó el último escalón. –El fin del mundo.
Beckett estaba
consternado. -¡No también Disneyland!
Juliet rizó su
cabello decolorado por el sol. -No, por supuesto que no Disneyland. - En su
estómago sintió una creciente inquietud ¿De dónde provenían esos sonidos? Sonaba
como si hubiera una zona de Guerra cerca.
Juliet siguió a Myles
al suelo de barro compactado en la punta de la torre. Desde allí tenían una
vista clara de lo que pasaba en la ciudad distante. Usualmente, los únicos sonidos
que traía el viento hasta tan al norte eran ocasionales bocinazos de los autos
atascados en la rotonda por el tráfico. Pero hoy, la ruta principal hacia Dublín
parecía más la ruta del infierno. Incluso desde esa distancia, era claro que
las seis líneas de tráfico se habían parado por completo. Muchos motores
explotaron mientras miraban, y un camión recolector hizo una inesperada vuelta
hacia adelante. Más allá, dentro de la ciudad, explosiones más grandes
retumbaron detrás de los edificios, y columnas de humo se elevaron por el cielo
de la tarde, un cielo que tenía sus propios problemas, mientras pequeñas
aeronaves caían dentro del estadio de fútbol y un satélite de comunicaciones
honesto-a-Dios, cayó del espacio como un robot muerto sobre el hotel U2.
Beckett subió los
escalones y tomó la mano de Juliet.
-Este es el
Harma-geddon, -Dijo despacio. –El mundo va a boom.
Juliet acercó a los
niños. Lo que sea que estuviera ocurriendo parecía demasiado grande como para
estar dirigido, específicamente, a la familia Fowl, a pesar de que había una creciente
lista de personas que estarían felices de destruir el país entero de Dublín solo
para llegar a Artemis.
-No se preocupen,
chicos, -Dijo. –Los protegeré.
Buscó dentro de su
bolso. En situaciones como estas, cuando las cosas se ponían violentamente
raras, el primer curso de acción siempre fue el mismo: Llamar a Artemis.
Deslizó la lista de
conexiones en su teléfono y no estuvo completamente sorprendida de ver que la
única disponible era el sistema ZORRO que Artemis había establecido para
llamadas de emergencia seguras.
Me
imagino que Artemis es el único adolescente en el mundo que construyó y puso en
marcha su propio satélite.
Estaba a punto de
seleccionar el nombre de Artemis de sus contactos cuando un corpulento
antebrazo apareció en un espacio de tres metros frente a ella. Había una mano
al final del brazo, y sostenía un Neutrino mágico.
-Noche-nochosa, Fangosa,
-dijo una voz de ninguna parte, y un rayo azul de energía crepitante salió de
la boca del cañón.
Juliet estaba lo
suficientemente familiarizada con el armamento mágico como para saber que sobreviviría
al rayo azul, pero que probablemente se sentiría como una quemadura y
despertaría envuelta en dolor.
“Perdón, mis chicos”
Pensó “Les fallé.”
Luego, el rayo del
arma de Pip la golpeó en el pecho, quemó su chaqueta, y la tiró de la torre.
Oro de los Berserkers
sintió un momento de duda.
“Tal vez, el anticipo
de libertad es solamente anhelo,” Pensó.
No. Esto era más que
su propio deseo. La llave estaba viniendo. Podía sentir la prisa del poder
mientras se acercaba a su tumba.
Reúnanse,
les envió a sus guerreros. Cuando
la puerta esté abierta, tomen cualquier forma que deban. Todo lo que viva, o haya vivido puede ser nuestro.
Oro sintió la tierra
sacudirse con el rugir de sus guerreros.
O quizás era mero
anhelo.
¿Qué tal? Ya saben, ante cualquier duda, crítica (constructiva y respetuosa), opinion, sugerencia o problema, los comentarios son muy bien recibidos :) Nos vemos en: Levántense mis bellezas (parte 1), sip, este también lo dividiré porque son 14 hojas en total, así que haré 2 o 3 partes, para subirlo más rápido
Gracias por el capitulo, bastante interesante. Por cierto la fuente me aparece en negro no es nada que una seleccion de todo el texto no arregle, aunque una parte si se ve, asì que no se exactamente que sea.
ResponderEliminarEsperaremos la primera parte del siguiente cap. con ansia, saludos y buen trabajo.
Gracias por el comentario! Ya ahí lo arregle al tema del color, aunque no se que había pasado :P Ya subí la primer parte del capitulo 6, asi que espero que la disfrutes
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