Espacio
aéreo Irlandés
Opal no podía voltear
su cara del sello porque había puesto
todo su poder en la tarea. Ella era la llave, y los dos estaban emparentados. Su
colisión era tan inevitable como el paso del tiempo. Opal sintió la piel de su
cara extenderse hacia el candado, y sus brazos fueron tirados hasta que las
articulaciones crujieron.
“El hechicero enano
era, de hecho, muy poderoso,” pensó. “Incluso después de todo este tiempo, su
magia aún persiste.”
Su trayectoria la
llevó en un arco regular a la superficie del Atlántico y a través del cielo
hacia Irlanda. Descendió como una bola de fuego en una honda al Estado Fowl, sin
tiempo para preguntarse, preocuparse, o para el caso deleitarse, con la
inminente prueba de su teoría.
“Levantare a la
muerte,” Había pensado regularmente en su celda. “Ni siquiera Potrillo puede
jactarse de eso.”
Opal golpeó el Estado
Fowl como un cometa a la Tierra, directamente en la protuberancia desgastada de
la torre de Martello, con sus reptantes plantas alienígenas. Como un perro tras
su hueso, su corona de magia destruyó la torre y limpió el cráter por sí misma,
haciendo espirales seis metros hacia abajo, pasando siglos de depósitos,
revelando otra torre más ancestral debajo. La magia resoplando fuera del techo
cerrado, distribuyéndose sobre él como
brillantes hombres-de-guerra.
Opal yació boca abajo,
flotando, mirando en sueños los eventos desplegarse. Vio sus dedos aplastarse y
contraerse, con corrientes de chispas saliendo disparadas de las puntas. Vio el
hechizo de camuflaje despojado de lo que parecía ser una simple piedra de
metamorfosis, revelando una torre de piedra áspera con complicados grabados en
la superficie. El ectoplasma mágico se hundió dentro de las runas grabadas,
electrizándolas, enviando riachuelos hirvientes cursando por las ranuras.
“Ábrete
ante mí,” pensó Opal, aunque esta era una de las interpretaciones de los
patrones de su cerebro. Otra interpretación podría haber sido Aaaaaaargghhhhhh.
Las runas del sello abundaron
de magia, volviéndose animadas, deslizándose como serpientes en arenas
calientes, mordiéndose unas a otras, las gruesas tragando a las líneas de poca
magia, hasta que solo quedo una simple copla en Gnómico:
Here be the lock first of two
See it open and live to rue
(Aquí
está el primer candado de dos
Velo
abierto y vive para lamentarlo)
Opal tenía la
suficiente consciencia para sonreír dentro de su capullo. Poesía mágica medieval. Típicamente
despuntada. Mala gramática, rima obvia, y melodrama saliendo de sus orejas
metafóricas.
“Debo verlo abierto,”
Pensó. “Y Artemis Fowl vivirá para lamentarse. Pero no por mucho.”
Opal se reunió a sí
misma, y alojó su mano derecha plana sobre la roca, sus dedos se extendieron,
la magia nublando sus puntas. La mano penetró como luz solar en la penumbra, las
grietas radiando por el contacto.
“Levántense,” pensó. “Levántense,
mis bellos guerreros.”
Los Berserkers fueron
expulsados del suelo bandito hacia el aire como el disparo de un canon. El
tirón de la otra vida disminuyó, y los guerreros se sintieron libres para
completar su misión. La próxima muerte, sabían, sería su última, y finalmente
las puertas a Nimh se abrirían ante ellos. Eso había sido lo prometido; lo
anhelaban. Es cierto que, aunque la vida se acabara, las almas están hechas
para el paraíso y no descansarán hasta alcanzarlo. Esto era algo desconocido
para el hechicero enano que había forjado la llave y sello. No sabía que había
condenado a sus guerreros a diez mil años con sus caras ocultas de la luz. Y esconderse
de ella por mucho tiempo podía costarle a una persona el alma.
Pero ahora, todas las
promesas que habían sido susurradas en sus orejas moribundas, mientras los
curas arrastraban sus pesados y cojos cuerpos a las trincheras, estaban al
borde de ser completadas. Todo lo que tenían que hacer era defender el sello con
sus cuerpos robados, y su próxima puerta les abriría la entrada al paraíso. Los
Berserkers podrían irse a casa.
Pero no antes de que
la sangre humana haya sido derramada.
La tierra
chisporroteó y bailó mientras el ectoplasma de cien guerreros mágicos se abrió
paso a través él. Surgieron hacia arriba, impacientes por la luz. Fueron
atraídos inexorablemente por la llave que yacía sobre el sello de roca, y
pasaron por el conducto de su magia uno por uno.
Oro fue primero.
“Es un duende,” notó
no sin poca sorpresa, ya que los duendes eran conocidos por su falta de
habilidad mágica “¡Y una fémina! Pero, con todo ello, la magia de esta era
poderosa.”
Mientras cada guerrero
pasó por el ser de Opal, ella sintió su dolor y desesperación, y absorbió sus
experiencias antes de expulsarlos hacia el mundo con un comando.
Obedézcanme.
Ahora son mis soldados.
Y así estaban Oro y
su banda de Berserkers ubicados debajo del geasa, o conexión mágica,
para seguir a Opal a donde sea que ella ordene. Se desparramaron por el cielo,
buscando un cuerpo para habitar dentro del círculo mágico.
Como el líder, Oro tenía
derecho a la primera elección de las cifras disponibles, y lo tuvo; como muchos
de sus guerreros, pasó muchas miles de horas considerando que criatura sería el
huésped ideal para sus talentos. Idealmente, elegiría un elfo con un poco de
músculo y un brazo largo para esgrima; pero era inusual que un espécimen tan
fino estuviera fácilmente disponible, e incluso si lo estuviera, sería una
vergüenza tomar un elfo y reemplazarlo con otro. Recientemente, Oro había colocado
a un trol como su vehículo de elección, si llegara a pasar que hubiera uno
merodeando por allí.
Imagínenlo.
Un trol con la mente de un elfo ¡Qué guerrero más formidable sería!
Pero allí no habían trols,
y el único ser mágico disponible era un gnomo endeble con runas de protección
cruzando su pecho. No podía poseer ese.
Habían humanos, tres
de las criaturas odiadas. Dos hombres y una mujer. Le dejaría la mujer a Bellico,
una de las dos hadas femeninas en su categoría. Así que eso dejaba a los
hombres.
El alma de Oro hizo
círculos sobre los chicos. Dos curiosos pequeños individuos humanos, que no
mostraban la impresión que la situación
parecía llamar. Su mundo se había disuelto a un vórtice de magia, por el amor
de Danu ¿No deberían estar temblando en sus botas, burbujeando por la nariz, y
rogando por una piedad que no vendría?
Pero no, sus
reacciones eran sorprendentes. El niño pelinegro se había movido rápidamente
hacia la chica caída para comprobar expertamente su pulso. El segundo, uno
rubio, había arrancado una mata de juncos con una fuerza sorprendente para su
tamaño, e incluso estaba acosando al estúpido gnomo, obligándolo a retroceder
hacia una zanja.
“Ese me interesa,”
Pensó Oro. “Es joven y pequeño, pero su cuerpo desprende poder. Lo obtendré.”
Y era tan simple como
eso. Oro lo pensó, y entonces se volvió una obra. Un segundo estaba flotando
sobre Beckett Fowl, y al siguiente se había convertido él y estaba superando al
gnomo con un puñado de cañas alargadas.
Oro rió en voz alta
mientras los sentidos asaltaban sus terminales nerviosas. Sintió el sudor en las
puntas de sus dedos, la suavidad brillante de las cañas. Olió al niño, su joven
energía, como a heno y verano. Sintió un corazón lleno de juventud latir como
una batería en su pecho.
-¡Ja! -Dijo exultante,
y continuó apaleando al gnomo por pura diversión, pensando: “El sol es cálido, alabado
sea Belenos. Vivo una vez más, pero moriré orgulloso este día por ver humanos
en el suelo junto a mí.”
Porque es cierto que
los guerreros mágicos resucitados poseen patrones de pensamiento simples y no
tienen mucho en el camino del sentido del humor.
-Suficiente de este
juego, -Dijo en Gnomico, y su lengua humana manejaron las palabras para que
sonaran como un discurso de gruñidos animales. -Debemos reunirnos.
Oro miró los cielos, donde
sus guerreros plasmáticos se derramaban sobre él como una serie de criaturas
transparentes de aguas profundas. -Esto es lo que hemos estado esperando, -Los
llamó -Encuentren un cuerpo dentro del círculo.
Y se dispersaron en
un destello de ozono, recorriendo el Estado Fowl por cuerpos que se
convertirían en sus huéspedes.
Los primeros en ser
tomados fueron los humanos que estaban cerca.
Era un día pobre para
cazar por cifras en la finca de los Fowl. En un fin de semana promedio, la
mansión hubiera alojado a, prácticamente, una multitud. Y presidiendo de todo
estarían Artemis Padre y Angeline Fowl, amo y ama de la mansión. Pero en este
fatídico día, la casa estaba prácticamente cerrada por la cercanía de las
vacaciones navideñas. Los padres de Artemis estaban en Londres, atendiendo una eco-conferencia,
con un asistente personal y dos criadas de remolque. El resto del personal se
había ido temprano, con solo la ocasional visita vacacional para mantener la
mansión funcionando. Los padres Fowl habían planeado recoger a su hijo en la
pista en el Aeropuerto de Dublín una vez que Artemis haya concluido su terapia,
y luego apuntar la nariz cónica compuesta del Jet Verde hacia Cap Ferrat para
pasar la Navidad en Côte d’Azur.
Hoy, nadie estaba en
casa a excepción de Juliet y sus encargados. Ni una pepita de humanidad para meterse
dentro, había mucha frustración en las almas circulantes que habían estado
soñando por este momento por un muy largo tiempo. Así que las opciones estaban
limitadas a una variada fauna, incluyendo ocho cuervos, dos ciervos, un tejón, y
una pareja de pontiers ingleses de caza que Artemis Padre mantenía en los
establos, y cadáveres con algunas chispas en ellos, más abundantes de lo que
debes creer. Los cuerpos estaban lejos de ser los huéspedes ideales, ya que el
decaimiento y la desecación hacían que el pensamiento rápido y los movimientos
motrices fueran dificultosos. También, algunas partes podían caerse cuando más
las necesitaras.
Los primeros cuerpos
donde fueron estaban bastante bien preservados para su edad. Artemis Padre
tenía, de sus años de gánster, una colección robada de guerreros chinos
momificados, a la que todavía le tenía que encontrar una manera segura de repatriar,
y por eso estaba almacenada en un sótano secreto sellado en seco. Los guerreros
estaban más que sorprendidos por encontrar su material cerebral reanimada y rehidratada,
y su consciencia controlada por guerreros aún más antiguos que ellos. Salieron
a la acción en armaduras oxidadas y rompieron el vidrio de muchas vitrinas para
reclamar sus espadas y lanzas astadas, con puntas de acero pulidas hasta un
brillo mortal por un pastor amoroso. La puerta del sótano cedió rápidamente
bajo su asalto, y las momias atravesaron el gran salón de la mansión hacia la
luz del sol, pausando un momento para sentir su toque cálido en las cejas alzadas
antes de avanzar por el pasto hacia su líder, forzándose a sí mismos a apurarse
a pesar de sus sentidos recién despertados, que rogaban parar y oler cualquier
planta viva. Incluso las pilas de composta.
Los siguientes
cuerpos en ser reanimados fueron aquellos de un grupo de chicos ruidosos que
habían sido enterrados en un derrumbe en una cueva durante el siglo dieciocho, mientras
enterraban lo saqueado del tesoro valioso de un galeón, que habían transferido
desde el incorrupto casco del Octágono HMS
a su propio bergantín*, El Chafarote.
El temido pirata, Capitán Eusebius Fowl, y diez de su ligeramente menos temida
tripulación no habían sido aplastados por la roca sino sellados en una burbuja
hermética que no admitía siquiera el silbido de un pájaro para que sus pulmones
chuparan.
Los cuerpos piratas se
sacudieron como si estuvieran electrocutados, se sacaron los mantos de algas, y
se exprimieron por un reciente agujero erosionado en las paredes de su tumba, sin
hacerle caso a las articulaciones desaparecidas y las costillas faltantes que
el viaje les había costado.
Aparte de este grupo,
habían diversos cadáveres encontrados fuera de su lugar de descanso para
convertirse en cómplices de la última lucha por poder de Opal Koboi. El
espíritu ya había pasado de algunos, pero a aquellos que habían muerto
violentamente o con una tarea sin terminar, les quedaba un fantasma de su esencia,
que no podía hacer más que lamentar el maltrato acumulado en sus cuerpos por
los Berserkers.
Opal Koboi presionó
la roca ancestral, y las runas se deslizaron como fieras serpientes para
asentarse una vez más, congregándose al rededor de la huella de la mano de Opal
en el centro de la llave mágica.
“La primer cerradura
ha sido abierta,” Pensó, sus sentidos retornando en olas nauseabundas. “Solo yo
puedo cerrarlo ahora.”
El gnomo antes
referido como Pip, pero cuyo nombre real era Gotter Dammerung, cojeó hacia el cráter,
trepó los antiguos escalones de la torre, y envolvió un manto brillante al
rededor de los hombros de Opal.
-Manto estrellado,
señorita Opal, -Dijo. -Como lo requirió.
Opal acarició el
material y estuvo satisfecha. Encontró que aún había magia suficiente en las
puntas de sus dedos para calcular la cantidad de hilos.
-Bien hecho, Gunter.
-Es Gotter, señorita
Koboi, -Corrigió el gnomo valientemente.
Los dedos
acariciantes de Opal se congelaron, luego agarró un puñado de su capa de seda
tan fuerte que salió humo. -Sí, Gotter ¿Le disparaste a mi yo más joven?
Gotter se enderezó. -Sí,
señorita, como ordenó. Le di un lindo entierro, como dijo en el código.
A Opal se le ocurrió que
ese hada sería un recordatorio constante del sacrificio de su yo más joven por
poder.
-Es verdad que les
ordené matar a la Opal joven, pero ella estaba aterrorizada, Gotter. Lo
sentí.
Gotter estaba
perplejo. Ese día no estaba transcurriendo como el gnomo había imaginado. Él
había nutrido imágenes de guerreros enanos pintados, con trenzas de huesos
picudos flotando tras ellos, pero en su lugar estaba rodeado de niños humanos y
vida silvestre agitada.
-No me gustan esos
conejos, -Espetó, probablemente la desestimación más monumentalmente ilógica de
su vida. -Se ven raros. Mira sus orejas vibrantes.
Opal sintió que una
persona con su importancia no debería lidiar con comentarios como ese, y por
eso vaporizó al pobre Gotter con un disparo de poder plasmático, dejando nada más
del fiel gnomo que una mancha negruzca de pasto quemado en el suelo. Un mal uso
del plasma, como se vio después, porque Opal ciertamente podría haber usado un momento
para cargar por completo un segundo rayo para lidiar con la lanzadera blindada
que había aparecido de repente sobre el muro de la frontera. Aunque era verdad
que tenía un escudo; pero Opal tenía suficiente magia negra como para ver el
corazón del resplandor antes que ella. Reaccionó un poco precipitadamente y envió
un débil rayo a toda velocidad por la izquierda, pudiendo solo sujetar la
carcasa del motor y no dañando a la nave entera. La magia errante voló libre
por el viento, golpeando un torreón de la pared de la finca antes de colapsar
en petardos que salieron zumbando hacia el cielo.
*Bergantín: Buque de dos
palos y velas cuadradas
¿Y? ¿Qué tal les pareció? Ahora solo falta una parte que dura 6 hojas pero que ya empecé :D Hasta ahora, con este incluido, ya traduje 47 hojas de word y me faltan... 83, Wow, ya llegue a un tercio de la historia, que felicidad! Nos vemos o el domingo, o el fin de semana que viene ;)
Me parecio entretenido, yo tambien ubiera esperado dwarf guerreros espectrales, pero momias, esqueletos y a Juliet no estan nada mal (de los conejitos mis dudas, pero uno nunca debe de subestimar al enemigo).
ResponderEliminarSe agradece por la traduccion de las 47 hojas y esperaremos con ansias las otras 83. Saludos.