PERDIZ
LUTO
Trepa por su garganta. Lo maté. A veces incluso abre la boca como si realmente se lo fuera a decir
a alguien. Maté a mi padre. El
líder que aman—Willux, su salvador—lo asesiné. Pero entonces su garganta se cierra.
No le puede decir sobre esto a nadie, por supuesto—excepto a Lyda.
Después de confesarse ante ella, se sintió más aliviado—pero sólo por un corto
tiempo. La ve cada pocos días y pasó Noche Buena con ella, casi un mes atrás.
La mañana de Navidad despertaron e intercambiaron pequeños regalos en su
hermoso departamento, el que había hecho arreglar para ella en el Nivel 2. Fue
lo primero que hizo cuando el poder de su padre le fue transferido a él. Sacó a
Lyda del centro médico, y ahora ella tenía gente que se encargara de ella—y del
bebé creciendo dentro suyo. Su
bebé.
Le sorprende cuánto un secreto puede resonarle en la cabeza. Lo maté. Aunque no es sólo un secreto. Lo sabe. Es asesinato. Es el
asesinato de su padre.
Perdiz está sentado en la antecámara junto al salón principal,
donde puede escuchar a los dolientes empezar a hacer fila. Sofocaban su dolor,
pero pronto lo dejarían de hacer. Se pondría ruidoso y sofocante con todos los
cuerpos entrando, y Perdiz tendrá que aceptar sus condolencias, todo su
retorcido amor por su padre.
No se sorprendió cuando Foresteed entró a la habitación. Él había
sido la cara del líder de la Cúpula por algún tiempo, y atiende a la mayoría de
estos servicios. El padre de Perdiz lo había usado como representante desde el
comienzo de su deterioración, y seguramente Foresteed esperaba ser el reemplazo
de Willux después de su muerte. Naturalmente, Perdiz no le enorgullece.
Foresteed no está solo. Lo flanquean Purdy y Hoppes, quienes
trabajan para él. Todos saludan y se sientan frente a él y la mesa de caoba.
Perdiz lleva puesto uno de sus trajes fúnebres. Tiene siete de ellos—uno para
cada día de la semana.
-Pensé que podríamos hablar un minuto, -Dice Foresteed.
-Bueno, a mí me gustaría saber cuántos funerales más habrán, -Dice
Perdiz.
Es como estar de gira con la urna de su padre—una gira de luto. Lo
peor es sentarse aguantando los elogios. Algunos de los oradores hablaban sobre
de lo que su padre los había salvado a todos—los Miserables, aquellos viles
maldecidos de la humanidad, desalmados, ya inhumanos. Tuvo que convencerse a sí
mismo que podía hacerlos cambiar de parecer—cuando el momento llegara. Le había
dicho a Lyda, -Cuando conozcan a un Miserable, como Pressia, todo cambiará.
–Pero todo el asunto lo pone enfermo y ansioso.
Foresteed ladea su cabeza y dice, -¿Es demasiado para ti? Quiero
decir, ¿luchando con tu luto personal sobre toda esta adoración? ¿Seguro que
puedes manejarlo?
Foresteed es un conversador de muchas capas—Perdiz le concedía eso
¿Está siendo sarcástico acerca del luto
personal del chico? ¿Está indicando que no está lo suficientemente
afligido? ¿Sospecha que él mató a su padre? ¿O está llamándolo simplemente
débil? –Sólo quiero llegar al trabajo en mano, -Dice Perdiz, -el trabajo que mi
padre quería que hiciera. –Pone su mentón sobre su pecho y rasca su frente,
escondiendo sus ojos un momento porque se le habían puesto llorosos. El hecho
era que, él mató a su padre, sí, y no se arrepiente de haberlos hecho, pero
también lo extraña. Esta es la parte enferma. Lo amaba. A un hijo le está
permitido querer a su progenitor no importa qué, ¿o no? Perdiz odia como las
emociones le llegan tan rápido—culpa, miedo a ser expuesto, tristeza.
Purdy revisa una agenda en su portátil.
Para alguien que vive en la Cúpula, Foresteed está muy bronceado.
Sus dientes son tan brillantes que parecen pulidos. Su cabello se encuentra
tieso, como si hubiera sido rociado con espray de pelo. Dice, -La gente aún
necesita del luto en público.
-¿Qué hay sobre algo de luto en privado? -Dice Perdiz.
–Culturalmente hablando, creo que somos bastante buenos embotellando nuestras
emociones.
-Tu padre quería un período de luto en público, -Dice Foresteed. A
veces Perdiz piensa que el hombre puede haber odiado a su padre. Siempre el
segundo en línea, tenía que estar celoso del poder.
-Pero este servicio es diferente, -Dice Purdy.
-¿Cómo?
-Lo mencioné en mi último reporte, -Dice Foresteed. Le da a Perdiz
reportes todo el tiempo—gordas pilas de papeles llenos de actualizaciones sobre
política burocrática escritas en un lenguaje denso y sin sentido (“Hasta el
momento, la caución presumirá de vigor y resistencia ante los deberes
anteriormente tratados…”).
No soporta leerlos.
-Ah, cierto, -Dice Perdiz. –Debí de haberme perdido esa parte
¿Puede alguien ponerme al día?
Purdy mira a Foresteed. –Todos los dignatarios y miembros de la
alta sociedad vienen esta vez, -Dice este último. –Está cerrado al público. De
todos modos, lo estaremos trasmitiendo. En vivo. Queremos que este se sienta
trascendental. El momento en el que la gente reconozca verdaderamente a los
líderes del mañana, avanzando a esta nueva fase.
Perdiz se apoya en el respaldo y suspira. Reconocerá a estas
personas por sus funciones políticas, fiestas, aquellos que viven en el
edificio departamental donde creció, padres de sus amigos de la academia.
Sacude la cabeza. –No quiero sentarme junto a Iralene esta vez. No me
malinterpreten. Me gusta Iralene. La respeto. Pero tienen que acostumbrarse a
la idea de que no vamos a casarnos. Cada vez que me ven con ella, va a ser más
difícil de explicar que estoy con Lyda. –En víspera de Navidad, Perdiz y Lyda
se besaron un poco. Él puso su mano en la suave piel de su estómago, donde el
bebé recién empezaba a crecer. –Voy a ser padre. Lyda y yo vamos a casarnos.
Debemos introducir esta idea y deshacer las mentiras de mi padre.
Hoppes sacude la cabeza y sus gordos cachetes se mueven. Él es el
responsable de manejar la imagen de Perdiz.
-Estamos trabajando en una historia que ponga todo esto en orden.
Tenemos un plan. Pero es demasiado pronto. Mi equipo está trabajando con
diligencia. Créeme.
-¿Qué hay de la verdad? –Perdiz siente un fogonazo de calor correr
por él. La mentira era como operaba su padre. Le contaba a la gente cuentos de
hadas para que pudieran dormir de noche—historias sobre un mundo dividido entre
Puros y Miserables. -¿Qué hay de la maldita verdad por una vez?
Foresteed pone los puños sobre la mesa y se levanta, inclinándose
sobre Perdiz. –La verdad es que derribaste a alguien y te comprometiste con
otra persona. Tu querida, acomodada
en un lindo lugar para mantenerla callada—de tal palo, tal astilla.
-No soy en nada como mi padre. –Perdiz mira a Foresteed fijamente,
esperando a que recule, pero no lo hace. Le devuelve la mirada como si le
rogara que tomara un trago.
Purdy rompe el silencio. Rascándose la nuca, dice, -Simplemente no
entiendo por qué no estarías interesado en una chica como Iralene. Ella fue
hecha para ti.
-Literalmente, -Dice Perdiz.
-Bueno, es una verdadera conquista, -Dice Purdy. –A veces tienes
que confiar en alguien que te tenga un espejo en alto. ¿Estoy en lo correcto,
amigos?
Hoppes dice, -Sí, por supuesto.
Foresteed asiente.
Perdiz siente una presión en el pecho. –Amo a Lyda. No voy a ser
presionado por ustedes para desenamorarme, ¿bien? ¿Así que por qué no mantienen
sus malditas opiniones para ustedes mismos?
Purdy alza las manos. –Vamos a resolverlo ¡Va a estar todo bien!
Odia esto más que nada—animadas sonrisas defensivas para cubrir
las mentiras. Ya no lo soporta. Siente que su pecho podría explotar. Se inclina
hacia delante. –Sé la verdad. Y voy a liderar con la verdad. Mi padre fue el
mayor asesino en masa de la historia, -Dice Perdiz. Esta era la verdad que
había escondido por un largo tiempo. Se siente bien decirlo. Se siente poderoso
por una vez. –La gente lo sabe, pero pretende que no. Se les fue entregada una
mentira, y viven de ella. Los debe de estar carcomiendo. Tienen que estar
listos para aceptarlo. Es la única forma de seguir hacia delante.
-Jesús, -Dice Hoppes. Sacó un pañuelo de su bolsillo y lo presionó
contra su labio superior y su frente.
-¿Para qué fin posible? -Pregunta Foresteed, sus ojos abiertos con
sorpresa. –Quiero decir, ¿Quieres a los Puros y Miserables caminando mano a
mano hacia un mañana maravilloso?
-¿Dolería prepararse para el tiempo cuando dejemos la Cúpula y
empecemos una vida para nosotros mismos allí afuera? Quiero decir, ¿Qué hay de
un poco de compasión por los sobrevivientes? –Perdiz y Lyda habían estado haciendo
planes, cosas simples que pueden empezar a hacer para mejorar vidas fuera—agua
limpia, comida, educación, y medicina. –Realmente podemos impactar en sus vidas
para mejor.
-¿No es noble? -Dice Foresteed.
Perdiz no puede soportar su condescendencia.
Purdy dice, -Vamos a desacelerar por un minuto.
Perdiz está harto de posponer las cosas, evitar el conflicto.
Ahora era el tiempo. Levanta el tono, trata de sonar lo más calmado posible.
-Miren, estuve pensando sobre esto ¿Qué hay de malo con un consejo, conformado por
gente del interior y del exterior? –Él, Lyda, y Pressia podrían estar en ese
consejo—más Bradwell y El Capitan. Podrían progresar de veras.
-Dios. -Foresteed camina hacia la puerta, comprueba que esté
cerrada, y se vuelve a sentar en la mesa.
-¿Qué hay de malo con un consejo? ¿Qué hay de malo con algo de
progreso? -Dice Perdiz. Tiene que haber progreso. Fue por eso que se entregó a
la Cúpula, en primer lugar. Fue por eso que mató a su padre—para pujar por algo
esperanzador.
-No, no, no, -Dice Hoppes en voz baja. –Esta es tu gente, Perdiz,
la gente de la Cúpula. Les gusta la normalidad, la consistencia. No puedes
irrumpir en sus vidas y comenzar a destrozar cosas.
Perdiz quiere voltear la mesa. Cruza los brazos sobre el pecho
para tratar de contener su desbordado corazón -¿Por qué no? Tal vez sea la
única forma de que podamos reconstruir.
Foresteed ríe.
-¿Qué es tan gracioso? –Perdiz odia a Foresteed de forma
repentina. Su cara se pone roja por el enojo. Hubiera sido mejor si lo hubiera
golpeado o al menos respondido—¿Pero reírse de él?
Hoppes dice, -Como investigador, me gustaría explicarte lo que la
“mentira”, como la llamas…
Purdy lo interrumpe, -Un término con el que estoy profundamente en
desacuerdo.
-Esa “mentira”, -Continúa Hoppes, usando comillas invisibles,
-creó el marco que le permite a la gente aceptarse a sí mismos, les permite
mirarse a los ojos, amar, y seguir adelante. Si te llevas eso, entonces…
-¿Entonces qué? -Dice Perdiz.
Foresteed sonríe. –Si les arrebatas su mentira, se
auto-destruirán. Eso es qué ¿Qué hay de un poco de compasión por la gente dentro de la Cúpula? ¿Eh?
La habitación se silencia. Estos hombres nunca lo verán desde su
lado. Habían otros dentro de la Cúpula que se suponía que estaban del bando de
Perdiz—Cygnus—aquellos que tenían el plan de meterlo en el poder, un plan que
su madre había tratado de poner en acción desde fuera ¿Dónde demonios estaban
ahora? A Perdiz le servirían algunos refuerzos. Ni siquiera puede saber si
Foresteed le está diciendo la verdad ¿Es que la mentira mantiene a la gente
unida o sólo trata de callar a Perdiz? –Quiero ver a Glassings, -dice.
-¿Glassings? -Pregunta Hoppes.
-Mi viejo profesor de Historia Mundial. -Glassings es uno de los
líderes secretos de las células durmientes, parte de Cygnus, y el que le dio la
píldora para matar a su padre. En algunos aspectos, Glassings lo metió en esto.
Le gustaría que al menos se aparezca de nuevo.
-¿Por qué quieres verlo? -Pregunta Foresteed ¿El nombre de
Glassings lo alarma?
-Tengo algunas preguntas sobre historia mundial, -Miente
rápidamente Perdiz. –Me ayudaría saber cómo lideraron otras personas ¿No te
parece?
-Tu padre era un gran líder ¿Qué más podrías pedir? -Dice Purdy,
sonriendo nervioso.
Quiere pedirle a Purdy que arregle una cita con Glassings, pero no
le gusta la mirada sospechosa en los ojos de Foresteed, así que suspira
pesadamente como si estuviera aburrido. -¿Cuántos más de estos servicios?
–Pregunta nuevamente.
Purdy vuelve a examinar su agenda. Toca las fechas y cuenta en voz
alta hasta siete. –Eso es. Siete funerales más. No está mal.
-Y luego podemos publicar la nueva historia—el rompimiento entre
tú e Iralene y las noticias de tu nuevo amor, Lyda, -Dice Hoppes. –Abarcaremos
la situación del bebé dos meses después.
¿Van a seguir posponiéndolo? –La nueva historia sobre Lyda saldrá
pronto, ¿Verdad? ¿Días, no semanas?
-Por supuesto, -Dice Hoppes.
Foresteed dice, -Sólo sal y di tus líneas, Perdiz. Déjalos mostrar
su respeto.
-Bien, pero sin Iralene, -Dice Perdiz. –de todos modos, necesita
un descanso. Sólo mándenla a casa, ¿sí? –Le preocupa Iralene. Está bajo un
montón de presión, sintiéndose terriblemente escrudiñada, y sabe que su rol está
por cambiar. Perdiz le aseguró que siempre tendrá un lugar en su vida—como
amiga—y un sitio respetado en la sociedad, pero no sabe cómo va a verse eso.
-No podemos prometer nada acerca de Iralene, -Dice Hoppes. –Sabes
que hay muchas piezas en juego aquí. –Se refiere a Mimi, viuda de su padre y
madre de Iralene, que puede ser impredecible.
-No podemos ser acorralados por Mimi. –Perdiz se levanta. –Estoy a
cargo, -Dice, aunque se siente nervioso al hacerlo. -Sin Iralene esta vez ¿Sí?
No la quiero sentada a mi lado en una proyección en vivo. -Lyda estará mirando,
¿o no? La imagina como la vio por última vez. Llevaba un largo camisón blanco
de algodón. Estaba cansada—no está durmiendo bien—pero también inquieta.
-Me siento como un tigre enjaulado, -Le había dicho ella. –No sé
cuánto pueda soportarlo ¿Cuándo vas a volver?
La besó y le dijo, -Tan pronto como pueda. Mi vida no es realmente
mía por ahora, pero lo será dentro de poco. Ya viene. Lo prometo.
-Esta reunión acabó, -Dice Perdiz. Algunas veces, son las pequeñas
cosas las que se sienten tan bien—como anunciar el fin de una junta. No debería
importar, pero le gusta poder flexionar este músculo sin que nadie lo pueda
contradecir.
Foresteed da una zancada hacia la puerta, llega allí primero y la
destraba. -Permíteme, -Dice. Abre la puerta para Perdiz. Allí estaba la línea
de dolientes, vestidos inmaculadamente. Sus cabezas se giran, y miran a Perdiz.
Escucha un par de sollozos sofocados. Lo observan expectantes.
Foresteed le da una palmada a Perdiz en el hombro, con el agarre
demasiado duro. Se le acerca y susurra,
-Te equivocas, lo sabes. Tu padre no sólo fue el mayor asesino en
masa de la historia. Fue el más exitoso. Hay una diferencia.
Perdiz pone una mano en la puerta, listo para salir del cuarto.
–No viviré sus mentiras por él. No soy su marioneta, y estoy completamente
seguro que tampoco de ustedes.
Foresteed le sonríe. Sus dientes casi brillan por su blancura.
–Como si ya no tuvieras tus propias mentiras, Perdiz. –Dice tan bajo que sólo
el chico lo escucha. –Si vas a confesarte, ¿Por qué no empiezas por ti mismo?
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