PRESSIA
DEBER
Fedelma conduce a Pressia por
un largo corredor con piso de piedra, cada puerta que pasan tiene una pequeña
ventana. Pressia entrevé laboratorios, gente inclinada sobre delicados trabajos
científicos—tubos de pruebas, maquinaria. -¿Qué hacen? –Pregunta.
Fedelma para y la mira. –Sabes qué están haciendo, Pressia.
Fedelma para y la mira. –Sabes qué están haciendo, Pressia.
-No. –Dice ella. –No lo hago. –Pero en parte se pregunta si
simplemente no quiere saberlo, si la verdad es demasiado aterradora, y por eso
está bloqueando lo obvio.
-Seguramente puedes imaginarte nuestro gran desafío y cómo
podríamos superarlo. Has visto a los niños. Sabes lo que podemos hacer con
meras vides. Viste a los jabalíes en el campo ¿o no? –Parece repentinamente
enojada. –Y yo. Conoces mi lote.
Pressia mira el estómago de Fedelma y ahora lo entiende: ella no
eligió estar embarazada. Es su deber ¿Cuántos chicos habrá tenido? ¿Por cuánto
tiempo continuará así? –No fui a la escuela. –Le cuenta Pressia. –Todo lo que
sé es lo que mi abuelo me contó. Era un confeccionador de carne, en una
funeraria ¿Cómo podría saber lo que sucede en laboratorios?
-Viniste hasta aquí por una fórmula. Tenías uno de los viales más
potentes de biotecnología conocido por el hombre ¿Esperas que crea que no
entiendes lo que hacemos aquí? Esto es un juego de niños comparado a lo que
buscas. –Retoma su marcha por el pasillo.
Pressia se estira y agarra el brazo de Fedelma. –No lo sé. Lo
juro.
Los ojos de la mujer revisan la cara de Pressia. Todavía no le
cree del todo pero dice, -Willux salvó a Newgrange, el sitio sagrado. Le dio su
palabra a Kelly de que sería escusado. Sólo treinta de nosotros logramos entrar
en la colina a tiempo.
-Pero está toda esta tierra, estos edificios y laboratorios ¿o no?
¿Qué hay de todo eso? -Pressia quiere saber qué tan avanzada está esta gente
¿Pueden reparar una aeronave y hacerla despegar?
-Willux perdonó un radio de cinco kilómetros. Y debes saber cómo
funcionaron las Detonaciones. No puedes hacerte la tonta en ese punto. –Mira el
puño de cabeza de muñeca de Pressia. –Las viviste ¿O no?
-Apenas recuerdo, -Dice Pressia. –Pero regresa a mí de a momentos.
Sé que hubo ciclones masivos de fuego que barrieron todo. Y que la ceniza voló
y hubo una lluvia negra ¿Alguien fuera de Newgrange sobrevivió?
-Otros veinte, sumando cincuenta, pero con enfermedades, menguábamos
nuevamente.
-¿Y qué hizo Kelly entonces?
-Todo lo que pudo.
-Este lugar. –Dice Pressia –No es como el de donde provenimos. Los
devoradores de ceniza, primero que nada. Inventó todo tipo de cosas ¿O no?
–Entre más información pudiera Pressia sacarle a Fedelma, más podría compartir
con Il Capitano y Bradwell. Si quiere que Bradwell la perdone, tal vez el
primer paso sea hacerle ver que es valiosa, que todavía necesitan del otro para
volver.
-Bien, tenía una base en ingeniería genética de plantas y
clonación a nivel molecular. Creó la agrifactura, que es por qué nuestras
plantas funcionan como un equipo de defensa.
-Clonación. –Sabe a qué se refiere, en términos generales.
Réplicas. Copias. -¿Cómo lo hacen?
-Usamos nuestro ADN para crear clones. –Explica Fedelma. –Pero
cada embrión todavía requiere de un útero en el que desarrollarse. Todas las
mujeres cumplen con su parte. Acarrearé bebés hasta que, eventualmente, ya no
pueda hacerlo; incluso si muero en el proceso, el riesgo lo vale. –Y después
añade a la defensiva. -¡No podemos arriesgarnos a extinguirnos!
Pressia siente un escalofrío subiendo por su columna. Mira tú reflejo. Halla tu pareja
¡Encuéntrate! ¡Encuéntrate! ¡No quedes al final! Los chicos lo decían en
serio. Halla tu pareja; Encuentra una copia de ti mismo. Pressia había alentado
el paso. Piensa en las caras de los niños—las que eran casi una imagen en
espejo. Finalmente deja de caminar.
Fedelma se gira. -¿Nos estás juzgando? Todos hacemos sacrificios ¡Es
la única forma de valer!
-No los juzgo. Entiendo los sacrificios. –Dice Pressia. Piensa en
Bradwell. No deseaba sacrificarlo, aunque eso era lo que él quería. –Los
jabalíes… -Dice, tratando de encajarlo todo junto.
-Algo de partición genética,
sí. Están diseñados para ser domesticados como ganado pero también feroces. Si
es necesario, atacarán en nuestro nombre.
-¿Atacar a quién?
Fedelma se le acerca. A pesar de que no hay nadie cerca, baja la
voz. –Debes ser cuidadosa. Más allá de cinco kilómetros a la redonda, el
territorio que marcamos con las vides, están aquellos que quieren entrar—quienes
matarían por lo que tenemos aquí.
-¿Quiénes son ellos?
-No son diferentes a los que tienes en tu parte del mundo.
Pressia dice, -¿Cómo sabes qué tenemos en nuestra parte del mundo?
Fedelma susurra, -Nos perdonó. Sabe que estamos aquí. Nos vigila y
probablemente a otros.
-¿Quién? ¿Willux?
-Tenemos suerte de siquiera estar vivos.
-¿Willux y Bartrand Kelly siguen en contacto? ¿Siguen siendo…
amigos? -Pressia cierra los ojos con fuerza y sacude la cabeza, -¡Willux sabe que
están aquí! ¡Vivos!
-Shhh, -Dice Fedelma. Toma la mano de Pressia y la posa sobre su
estómago. Pressia siente un golpeteo desde dentro. –Tenemos un futuro que
proteger. Lo entiendes ¿Verdad?
Pressia saca la mano. -¿Dónde está Bartrand Kelly?
Fedelma suspira. –Quiere que lo esperes. –Continúa por el pasillo.
Pressia la sigue. Giran en una esquina y se detienen frente a la
puerta de una habitación pequeña. Fedelma dice, -Aquí. Esperarán. –Abre la
puerta de un empujón.
El estómago de Pressia se voltea ¿Estará Bradwell aquí? ¿Va a
hablarle? ¿Siquiera la mirará? Trata de pensar en algo que decirle pero no
puede imaginarse por dónde empezar. Entra.
El cuarto es pequeño—sólo un placar muy grande realmente. Sin
muebles. Il Capitano está allí, apoyado contra una pared con Helmud descansando
la cabeza en sus hombros. Uno de los párpados de Il Capitano está hinchado y
rojo—las sombras tempranas de un ojo negro. Il Capitano se endereza y dice hola
de manera formal.
Helmud sonríe. –Hola. –Dice.
Había estado tan asustada de ver a Bradwell que se olvidó que todo
entre ella e Il Capitano está torcido. Él le había profesado su amor y la había
besado ¿A dónde iban desde aquí? Se siente rígida y tímida. Il Capitano la
mira, pero aparta la vista con rapidez.
-Hola. –Dice ella. Se siente sonrojada. Lo que había hecho Il
Capitano fue tan dramático, tan lleno de emoción. Fue valiente. Esto es lo que
admira de él—y que es duro y aun así tiene un corazón tierno. Todavía recuerda
el beso.
-Kelly vendrá directamente, -Dice Fedelma y Cierra la puerta.
-Bradwell no está aquí. No sé dónde está. –Dice Il Capitano, como
si ella sólo quisiera ver a Bradwell y no a él.
-Me alegra verlos. -Dice Pressia. –No sangran hasta morir. Es una gran
mejora.
-Y somos dorados, -Dice Il Capitano. –Como estatuas móviles.
-Dorados. -Dice Helmud.
-Sí. -Dice Pressia mirándose los brazos.
-Se ve bien en ti, -Dice Il Capitano y mira el suelo.
-Cap, -Dice Pressia, aunque no está segura de cómo continuar—¿Espero que no se ponga raro entre nosotros
dos? Espero que todavía…
Pero entonces la puerta se abre de nuevo. Pressia sabe que es
Bradwell antes de girarse. El profundo crujido de sus alas es ruidoso. Escucha
a Fignan haciendo bip a sus botas.
-Esperaré aquí fuera. –Es su voz.
Se gira y ve sus rápidos ojos oscuros, sus mejillas golpeadas por
el viento, también el matiz dorado en su piel. Las alas son largas y
harapientas—pero también musculares y hermosas.
-No hay sitio para mí allí dentro. –Le dice a un cuidador a su
lado, un joven nervioso. -¿No lo ves?
-Lo siento, lo siento mucho. –Dice el cuidador. –Esperaré contigo
aquí afuera.
Antes de cerrarse las puertas, Bradwell mira a Pressia como si
quisiera decir algo. Ella abre la boca para preguntarle cómo lo lleva. Pero él
se gira antes de tener la oportunidad. La puerta se cierra y él ya no está.
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