domingo, 23 de junio de 2013

Artemis Fowl 8 - Eoin Cofler, Capítulo 14 - TRADUCCIÓN



Bueno, este capítulo es bastante corto y ojal{a hubiero podido subir otro esta seana (tuve feriado largo), pero a mis profesores no se les ocurrió mejor idea que cargarnos con pilas y pilas de tarea, así que aquí se los dejo, y tengo unas noticias buenas para mi, y tal vez no tan buenas para ustedes: me voy de viaje, así que el finde que viene actualizo y después no se si voy a poder actualizar en otras dos semanas :S Bueno, disfruten...
Capítulo 14
Nueve Varas
Ciudad Refugio, Elementos del Subsuelo
Potrillo no tenía realmente un plan en mente mientras corría. Todo lo que sabía era que necesitaba llegar al lado de Caballina sin importar cómo. Sin importar el costo.
“Esto es lo que hace el amor,” notó, y en ese momento entendió porque Artemis había secuestrado a una hada para obtener dinero y encontrar a su padre.
El amor hace que todo lo demás parezca ilógico.
Incluso con el mundo derrumbándose alrededor de sus oídos, todo en lo que Potrillo podía pensar era en el apuro de Caballina.
Hay criminales goblin convergiendo en nuestra casa.
Opal había sabido que, como consultor de la PES, Potrillo requeriría que todas las entregas a su hogar sean escaneadas como algo de rutina. Así que ella había mandado una caja de regalo ornamentada que aparecería vacía ante los escáneres. En realidad, ninguna caja está, en verdad, realmente vacía. Esta estaría empaquetada con microorganismos que vibraban a una frecuencia alta, produciendo un chillido ultrasónico que nockearía la vigilancia y volvería a los goblins absolutamente locos—tanto que no pudieran hacer nada para pararlos.
Los Goblins no eran criaturas brillantes la mayoría de las veces. Había un solo ejemplo de un goblin ganando un premio de ciencia, y resultó ser que era un experimento genético con el que había hecho entrarse a sí mismo en la competencia.
Esta bomba sónica, removería cualquier función cerebral alta y volvería a los goblins  lagartos predadores respira-fuego. Potrillo sabía todo esto porque había dirigido una mini-versión de la bomba sónica a la PES como un detenedor de crimen, pero el Consejo había negado subsidiarlo porque su artefacto hacía que quien lo llevara sangrara por la nariz.
La Plaza de Policía estaba ahora en un ochenta por ciento en escombros, con solo el último piso colgando al techo de roca como un percebe aplastado. Los pisos inferiores habían colapsado en los espacios reservados de estacionamiento debajo, formando una irregular pirámide escombrosa, que echaba humo y chispas. Por suerte, el puente cubierto que llevaba a la estructura unida al estacionamiento, estaba relativamente intacta. Potrillo se apuró a través de la pasarela, tratando de no ver las grietas en el suelo por donde una pesuña podría escurrirse, tratando de no escuchar el torturado chirrido de la estructura de metal mientras se doblaba bajo el peso de la sobrecarga.
No mires hacia abajo. Visualízate llegando al otro lado.
Mientras Potrillo corría, el puente colapsó en secciones detrás de él, hasta que se sintió como si las rechinantes teclas de un piano cayeran en el abismo. La puerta automática en el otro lado estaba trabada en un obstáculo en la vía, y temblaba hacia atrás y hacia adelante, dejando apenas habitación suficiente para que Potrillo se estrujara y colapsara, jadeando, en el suelo del cuarto piso.
“Esto es tan melodramático,” Pensó. “¿Así son las cosas para Holly todos los días?”
Alentado por el colisionar de la mampostería y el hedor de los autos en llamas, Potrillo se apuró a través del estacionamiento hacia su van, que estaba estacionada en un punto primario cerca de la vía peatonal. La van era una múcura vieja que fácilmente podría haber sido confundida con un vehículo abandonado en vez del medio de transporte elegido por el mágico responsable de la mayoría de los avances tecnológicos de la ciudad. Si alguien llegara a saber a quién pertenecía la van, entonces supondría que Potrillo había camuflado el exterior para disuadir potenciales ladrones de automóviles. Pero no, era simplemente una pila de chapas oxidadas que deberían haber sido reemplazadas hace décadas. Igual que como muchos decoradores nunca pintaron sus propias casas, a Potrillo, un experto en avances automovilísticos, no le importaba lo que él mismo manejaba. Esta era una desventaja diaria, ya que el móvil-centaurino emitía sonidos resultando en varios decibeles sobre las regulaciones y, regularmente, encendiendo alarmas sónicas por toda la ciudad. Hoy, en cambio, la antigüedad de la van era definitivamente una ventaja, ya que era uno de los pocos vehículos que podían andar independientemente del sistema magnético automático de rieles de Refugio y, de hecho, era cien por ciento funcional.
Potrillo silbó para abrir las puertas delanteras de carga y retrocedió hacia la cabina, esperando a que los arneses extensibles zumben y acunen su torso equino. El arnés  se encintó a su alrededor, pitando en todo el proceso, y luego levantó al centauro de vuelta a la cabina. Una vez las puertas alas-de-escarabajo se hubieron plegado, los sensores de la van detectaron la proximidad de Potrillo y puso en funcionamiento sus propios motores. Le tomó un par de segundos amontonarse en su vehículo y empezar la marcha, pero le tomaría más tiempo tratar de trepar en el automóvil con seis extremidades y una cola, la que algunos equinologistas consideraban una séptima extremidad, o, al menos, un apéndice.
Potrillo sacó un volante de una ranura a toda velocidad y hundió su pesuña en el metal, chirriando fuera de su punto de estacionamiento.
-¡Casa! -Gritó Potrillo dentro del sistema de navegación del bot suspendido en un cordel de gel ante su cara. Él había, en un momento de vanidad, moldeado el rostro del bot a su propia imagen.
-¿La ruta usual, guapo? -Dijo el sistema bot, parpadeando con cariño a Potrillo.
-Negativo, -Respondió Potrillo. -Ignora la velocidad usual y los parámetros de seguridad. Solo llévanos allí lo más rápido posible. Todos los límites normales de conducta están levantados de mi autoridad.
Si el bot hubiera tenido manos, las hubiera estrechado. -He estado esperando un largo tiempo para escuchar eso, -Dijo, y tomó control del vehículo.
Algo le estaba pasando a la hermosa cajita con incrustaciones en la manos de Caballina. Parecía como si un pequeño nubarrón estuviera agitándose allí dentro. La cosa vibró como una colmena, a pesar de que no había absolutamente ningún sonido. Pero allí había algo, un sentimiento que la puso muy nerviosa e hizo que sus ojos se humedecieran, como si unas uñas invisibles estuvieran siendo arrastradas por un pizarrón mental.
Loco, lo sé, pero así es como se siente.
Tiró la caja lejos de ella, pero no antes de que el pequeño nubarrón haya fluido del contenedor y revestido su mano. La caja rodó debajo de la mesa de café—un gran hongo plano petrificado al que una vez Holly había llamado tan estereotipado que me hace querer gritar—y yació allí, emitiendo lo que sea que fuese que puso los nervios de Caballina en el límite.
-¿Qué pasa, querido? -se giró para preguntarle a la pequeña LuzARC, pero esta yacía muerta en el suelo, una pequeña columna de humo curvándose fuera de su cabeza.
“La caja hizo eso,” Adivinó. Lo quesea que esta cosa era, no vino de Potrillo, porque se sentía de alguna forma mal. Y ahora lo malo estaba en su mano. Caballina no era, de ninguna manera, un centauro asustadizo, pero sintió una premonición de peligro que casi la hace desplomarse.
Algo malo está por pasar. Incluso peor que todas las cosas malas que han pasado hoy.
Muchas hadas habrían caído en pedazos ante el peso de tan ominosas circunstancias, pero si el universo esperaba tal reacción de Caballina Wanderford Paddox Potrillo, entonces el cosmos estaría a punto de ser sorprendido, porque una de las características que la habían llevado a ser prometida de Potrillo, era su espíritu de lucha. Y ella no solo sostenía este espíritu con el poder del pensamiento positivo. Caballina había alcanzado el nivel de cinto azul en el antiguo arte marcial centaurino de las Nueve Varas, que incluían la cabeza y cola como armas. Ella seguido había practicado en el gimnasio de la PES con Holly Canija, y ciertamente la había una vez golpeado accidentalmente a través de una pared de arroz cuando la imagen de un viejo novio había aparecido repentinamente en su cabeza.
Caballina trotó hacia un armario alto cerrado en la habitación y le instruyó que se abriera. Dentro estaba su cinto azul, que rápidamente cruzó en su pecho. La banda no sería de ningún uso práctico si los atacantes estaban de camino. Lo que ayudaría era la larga vara flexible de bambú a su lado, que silbaba al cortar el aire y podía, en buenas manos, despellejar la piel de la espalda de un trol.
La textura del palo en su palma calmó a Caballina, al punto en el que se sentía un poco tonta allí parada con la regalía entera de las Nueve Varas.
Nada malo está por pasar. Solamente estoy sobre reaccionando.
Luego la puerta principal explotó.
El sistema de navegación de Potrillo manejó como un maníaco, riéndose con un júbilo que Potrillo no recordaba haber programado dentro suyo. E incluso a pesar de que Potrillo estaba consumido con horrible visiones de Caballina en las garras de goblins respira-fuego, no pudo evitar notar la devastación que pasaba por la ventana—nubes de denso humo, y destellos de llamas naranjas y azules borroneadas por la velocidad demente del van. Oficiales de la PES buscaron entre escombros y restos por supervivientes, y pilares de humo se levantaban de una docena de puntos de referencia familiares.
-Tranquilo, -Dijo, golpeando al nav-bot. -No le seré muy útil a Caballina si llego muerto.
-Relájate, viejo, -Dijo la pequeña cabeza-bot. -No es como si fueras a ser de mucho uso de cualquier manera. Caballina sabe las nueve varas ¿Qué cas a hacer tú? ¿Arrojar un teclado?
“¿Viejo?” pensó Potrillo, deseando ahora nunca haberle dado al bot un chip de personalidad experimental, deseando aún más que el chip no tuviera su propia personalidad. Pero el bot tenía razón ¿Qué iba a hacer él? De hecho, sería trágico si Caballina muriera tratando de salvarlo. De pronto, Potrillo se sintió como un salvavidas con fobia al agua ¿Le estaba dado algo de uso a la situación?
El nav-bot parecía leerle la mente, lo que era imposible; pero Potrillo decidió patentarlo solo en caso de por si accidentalmente había inventado un robot telepático.
-Explota tus cualidades, amigo, -Dijo.
“Por supuesto,” Pensó Potrillo. “Mis cualidades ¿Cuáles son mis cualidades? ¿Y dónde están?”
Estaban, obviamente, en la parte trasera de la van, donde almacenaba miles de experimentos a medio terminar y casi legales y piezas de reemplazo. Cuando Potrillo pensó en eso, se dio cuenta que habían cosas en su camión capaces de hacer un agujero en la corriente del tiempo si se unían, así que había decidido hace mucho tiempo no pensar en eso, ya que la alternativa era vaciar su van.
-Sigue conduciendo, -Instruyó al nav-bot, retorciéndose fuera de su arnés y retrocediendo por el pequeño puente que unía la cabina con la parte posterior. -Necesito mirar en la parte trasera.
-Cuidado con la cabeza, viejo, -Dijo el bot con gozo, un segundo antes de lanzándose sobre un corcovado puente fuera de una instalación para el cuidado dental mágico tallada en un molar gigante.
“Ese chip de personalidad debe estar corrompido,” Pensó Potrillo. “Nunca sería tan imprudente, y definitivamente nunca llamaría a nadie “viejo.””
Cuando la puerta frontal explotó, la reacción de Caballina fue de furia. Primero, porque la puerta delantera de la casa era jacarandá antiguo y había sido responsablemente conseguida de Brasil, y segundo porque había estado abierta y solo un idiota sentiría la necesidad de volar algo que ya estaba entornado. Ahora la puerta debería ser reconstituida, y nunca sería lo mismo, incluso aunque pudieran encontrar todas las astillas.
Caballina entró hecha una furia al lobby para encontrar un goblin trastornado culebreando dentro de la casa a gatas, humo saliendo de sus planas cavidades nasales, su cabeza de lagartija sacudiéndose de lado a lado como si hubiera una polilla en su cráneo.
-¡Cómo te atreves! -Dijo Caballina, proporcionándole a la criatura lagarto un golpe al costado de su cabeza que literalmente lo golpeó fuera de su piel, que había sido en el punto del derrame.
“Bueno, eso es molesto,” Pensó, creyendo que el asalto estaba acabado, cuando otro goblin apareció en el manchado camino de entrada, la cabeza meciéndose de la misma manera desconcertante que el primero. Dos más entraron a patear la ventana, y algo comenzó a escarbar en el triturador de basura.
No me digas. Otro goblin.
Caballina le dio la espalda al goblin en la entrada y le dio un golpe de doble-barrelado con sus piernas traseras que sacaron una nube de humo de su boca abierta y lo mandaron volando hacia atrás sobre la pared límite como si hubiera sido tirado con una cuerda de bungee. Simultáneamente, perforó la ventana con dos golpes relámpago de su bambú, desalojando a los goblins del alfeizar que acababa de ser pintado. A través del cristal roto vio docenas de goblins convergiendo en la propiedad y sintió algo cercano al pánico real.
“Espero que Potrillo no venga a casa,” Pensó, doblando sus rodillas en una posición de combate. “No creo que nos pueda salvar a ambos.”
Potrillo hurgó por la van, buscando algo, cualquier cosa, que pudiera salvar a su amada.
“Incluso aunque pudiera llamar por ayuda,” Pensó, “Todos están hasta el cuello en un desastre u otro. Depende de mí.”
La van era un revoltijo embarullado, los estantes se apilaban hasta lo alto con revestimientos de robot, jarras de especímenes, incubadoras, fuentes de poder, y partes del cuerpo biónicas.
Pero sin armas. Ni una pistola.
Encontró un frasco de ojos bio-híbridos, que lo contemplaron, y una jarra de espécimen llena de algún tipo de ejemplar líquido que no podía recordar haber recolectado.
-¿Alguna suerte? -Preguntó el nav-bot de un parlante de gel adherido al panel de la pared.
-No todavía, -Dijo Potrillo. -¿Cuánto tenemos hasta llegar allí?
-Dos minutos, -Replicó el bot.
-¿Puedes recortar un minuto de ese tiempo?
-Podría, si corriera sobre algunos transeúntes.
Potrillo lo consideró. -No. Mejor no ¿No había un cañón de plasma aquí, en alguna parte?
-No. Lo donaste al orfanato.
Potrillo no perdió tiempo preguntándose por que donó un cañón de plasma a un orfanato, sino que en vez de eso, siguió cavando en los trastos de la van.
Si tuviera una hora podría ensamblar algo, ¿pero dos minutos?
Fibras ópticas. Periféricos de interiores. Maniquís de Vudú. Cámaras.
Nada útil.
Atrás del todo, Potrillo encontró una vieja y obsoleta litio-iónica batería mágica que debería haber drenado años atrás. Palmeó el largo cilindro con cariño.
Lanzamos la famosa parada del tiempo en la Mansión Fowl con una serie de ustedes, chicos.
Potrillo se quedó quieto ¡Una parada de tiempo!
Podría detener el tiempo, y todos dentro estarían atrapados hasta que se acabe la batería.
Pero los paros-de-tiempo requerían cálculos complicados y vectores precisos. No podías iniciar una parada del tiempo en los suburbios.
Normalmente, no. Pero estas no son circunstancias normales.
Necesitaría estar concentrada. Casi magia pura, con un diámetro no mayor a la utilería en sí.
-Te veo mirando esa bacteria mágica, -Dijo el nav-bot. -¿No estás pensando en poner en marcha una parada del tiempo, o no, viejo? Necesitas una docena de permisos antes de poder hacer eso.
Potrillo sincronizó el cronómetro de la batería con la computadora de navegación, algo que Holly no podría haber hecho ni en un millón de años.
-No, -Dijo. -No estoy poniéndola en marcha. Tú lo estás haciendo.
La cola de Caballina estaba chamuscada y habían marcas de mordeduras en sus patas traseras, pero no se permitiría a sí misma rendirse. Más de una docena de goblins la rodeaban, hacienda crujir el aire, sus globos oculares rodando salvajemente, siendo enloquecidos por algo. Habían más en el techo, masticando su camino, y cada ventana y puerta era una masa de cuerpos retorciéndose.
“Nunca llegué a decir adiós,” Pensó Caballina, determinada a derribar a tantas de esas lagartijas como sea posible antes de que la enterraran bajo puros números.
“Adiós, Potrillo, te amo,” Pensó, deseando que el sentimiento, de alguna forma, lo alcance.
Luego su marido chocó la van a través del lado de la casa.
El nav-bot entendió sus instrucciones inmediatamente.
-Es un plan de locos, -Dijo la inteligencia artificial. -Pero es lo que haré.
-Bien, -Dijo Potrillo, metiéndose en el arnés del asiento de pasajeros. -Porque lo estarás haciendo.
-Te quiero, Viejo, -Dijo el pequeño bot, una lágrima gelatinosa bajando de su mejilla.
-Cálmate, programa, -Dijo Potrillo. -Te veré en un minuto.
Caballina realmente no entendió que pasó a continuación hasta que su mente tuvo un tiempo de revisar las imágenes. El van de trabajo de su marido se plegó dentro de la casa, aplastando media docena de goblins. La puerta del conductor estaba abierta con su arnés extendido, y Caballina no tuvo tiempo de registrar esto antes de ser juntada a paladas, hacia atrás, y arrojada, cara abajo, dentro de la cuna de los cuartos traseros.
-Hola, cariño, -Dijo Potrillo, en un intento de despreocupación que era contradicho por el sudor nervioso en su frente.
La sección de conducir de la van fue separada al ser rasgada, mientras que la sección trasera frenó y el frente viró bruscamente sobre la pared opuesta.
-¡Mi casa! -Dijo Caballina en el asiento acolchonado, mientras la mampostería golpeaba contra las puertas y centellas chisporroteaban en el parabrisas.
Potrillo había intentado guiar manualmente la sección delantera para detenerse de forma gradual a una distancia segura de la casa, pero los vehículos a batería eran impredecibles, y este insistió en voltearse sobre su lado y derrapar dentro de la yarda, pasando su rueda por la pila de composta familiar, que contenía a muchos de los ancestros de Potrillo.
Los goblins estuvieron despistados por un momento; luego sus pobres sentidos torturados captaron la detestada firma sónica en la mano de Caballina, y sus cabezas se giraron hacia la sección frontal de la van. Habían tantos goblins en la casa ahora que parecía una criatura gigante de escamas verdes. Cada goblin infló su pecho para lanzar una bola de fuego.
-Lindo rescate. Una lástima que no fue un éxito total, -Dijo Caballina. -Pero aprecio el gesto.
Potrillo la ayudó a levantarse. -Espéralo, -Dijo.
Antes de que una simple bola pudiera ser disparada, un rayo de magia azul explotó a través de la parte de atrás de la van, se disparó a seis metro hacia arriba, luego creció rápidamente en un hemisferio de ectoplasma gelatinoso y se dejó caer con esmero sobre la residencia Potrillo.
-Retiro lo dicho, -Dijo Caballina. -Este fue un rescate espectacular.
Potrillo había justo sellado la mano de Caballina dentro de un guante anti material peligroso y asegurado a los vecinos reunidos que la emergencia había pasado, cuando la parada del tiempo decayó, revelando un gran grupo de dóciles goblins.
-¡Potrillo! -Gritó Caballina. -El campo de fuerza azul está casi muerto.
-No te preocupes, -Dijo Potrillo. -Tu mano los estaba volviendo locos, pero suavicé la señal. Estamos a salo ahora.
Caballina escudo a su esposo con su propio cuerpo mientras los goblins deambulaban, aturdidos, por las ruinas de su casa. -Aún son criminales, Potrillo.
-Han cumplido su tiempo, -Dijo el centauro. -Esa fue una parada del tiempo concentrada. Casi un cien por ciento pura. Cinco segundos para nosotros fueron cinco años para ellos.
-¿Así que están rehabilitados? -Preguntó Caballina.
Potrillo recogió su camino alrededor de los pequeños incendios y pilas de escombros, que era todo lo que quedaba de su hogar familiar.
-Tanto como nunca lo estarán, -Dijo, guiando goblins confundidos hacia los postes aún en pie de su entrada. -Vayan a casa, -Les dijo. -Vayan con sus familias.
No había mucho que quedara de la sección trasera de la van, solo los huesos de un chasis y algunas cosas aplastadas. Potrillo metió su cabeza dentro del marco de la puerta y una voz dijo:
-Viejo, te he extrañado. Ha sido un largo tiempo ¿Cómo lo hicimos?
Potrillo sonrió y palmeó un estuche. -Lo hicimos bien, -Dijo, y luego agregó, -Viejo.

2 comentarios:

  1. Vaya que si estuvo bueno el capitulo, cortito pero bueno.

    Deberes escolares, que mas podemos hacer, en fin. Feliz viaje de... ¿autodescubrimiento?, ¿entrenamiento?, ¿busqueda?, ¿vacaciones?, ¿negocios?, ¿familiares? Bueno, que sea de provecho ó entretenido (ó de los dos, cual es el problema), pero que se la pase chidito en el viaje.

    Saludos y esperamos fotos.

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  2. es genial lo que estás haciendo, sigue así!!!!
    y disfruta muuucho, descansa y vuelve con las pilas a tope!!!

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