domingo, 30 de junio de 2013

Artemis Fowl 8 - Eoin Cofler, Capítulo 15 - TRADUCCIÓN



Bien, casi no llego, como andan? Yo de maravilla porque mañana me voy de viaje!!!! Aunque antes tenga una prueba de ingles :( Bueno, les dejo este cap y recuerden que no creo que vaya a poder subir hasta dentro de 2 semanas, y cuando vuelva (vacaciones de invierno), voy a tener que ponerme al dia con todos los deberes de la escuela y la fiesta de mi mejor amiga asi que, bueno... voy a tratar de actualizar cuando sea posible, disfruten...
Capítulo 15
Alerta de Grillos
Mansión Fowl
Myles había quedado repentinamente exhausto después de su dura experiencia con Gobdaw y fue introducido en la cama con su copia laminada de la tabla periódica aferrada a su pecho.
-La posesión puede sacar mucho de una persona, -Dijo Holly. -Créeme, lo sé. Estará bien en la mañana.
Los tres se sentaron alrededor del escritorio de Artemis como un consejo de guerra, lo que en un muy real camino eran.
Mayordomo hizo el inventario. -Tenemos dos luchadores y ningún arma.
Artemis sintió que debía objetar. -Puedo pelear si es necesario, -Dijo, ni siquiera convenciéndose a sí mismo.
-Debemos asumir lo peor sobre Mantillo, -Continuó Mayordomo, ignorando la floja objeción de Artemis. -A pesar de que tiene un camino de engañar espectacularmente a la muerte.
-¿Cuál es nuestro objetivo, específicamente? -Preguntó Holly. Esta interrogante estaba dirigida a Artemis, el planeador.
-La Puerta Berserker. Necesitamos cerrarla.
-¿Qué vamos a hacer? ¿Escribir una carta severa?
-Las armas normales no penetrarán en la magia de Opal; de hecho, ella absorbería la energía. Pero si tuviéramos un súper-laser, debería ser suficiente para sobrecargar el sello. Sería como apagar un incendio con una explosión.
Holly palmeó sus bolsillos. -Bien, ¿qué tal? Parece que dejé mi súper-laser en los otros pantalones.
-Ni tú puedes construir un súper-laser en una hora, -Dijo Mayordomo, preguntándose por qué Artemis estaba sacando esto a relucir.
Por alguna razón, Artemis parecía repentinamente culposo. -Debo saber donde hay uno.
-¿Y dónde sería eso, Artemis?
-En el granero, adjunto a mi planeador solar Mark Dos.
Ahora Mayordomo entendía la vergüenza de Artemis. -¿En el granero donde estableciste el gym? ¿Dónde se suponía que deberías haber estado practicando tus rutinas de auto-defensa?
-Sí. Ese granero.
A pesar de la situación, Mayordomo se sintió decepcionado. -Me lo prometiste, Artemis. Me dijiste que necesitabas privacidad.
-Es tan aburrido, Mayordomo. Lo intenté, en serio, pero no sé cómo lo haces. Cuarenta y cinco minutos golpeando una bolsa de cuero.
-¿Así que trabajaste en tu aeroplano solar en vez de mantener la promesa que me hiciste?
-Las células eran tan eficientes que había jugo extra, así que en mi tiempo libre diseñé súper-laser liviano y lo construí de cero.
-Por supuesto ¿Quién no necesita un súper-laser en la nariz del avión de su familia?
-Por favor, chicas, -Dijo Holly. -Suspendamos la pelea de MAPS* para más tarde, ¿okey? Artemis, ¿Qué tan poderoso es este laser?
-Oh, tan poderoso como una erupción solar, -Dijo Artemis. -En su máxima concentración, debería tener la fuerza suficiente para hacer un hoyo en la entrada, sin lesionar a nadie en los suelos.
-Realmente desearía que hayas mencionado esto antes.
-El laser no fue probado, -dijo Artemis. -Nunca liberaría este tipo de poder a menos de que no hubiera ninguna otra alternativa. Y por lo que nos contó Myles, no tenemos otra carta para jugar.
-¿Y Juliet no sabe esto? -Preguntó Holly.
-No, lo guarde para mí mismo.
-Bien. Entonces podríamos tener una oportunidad.
Mayordomo los vistió a todos con un equipo de camuflaje de su casillero, e incluso forzó a Artemis a padecer la aplicación de rayas cerosas de maquillaje negro y oliva en su cara.
-¿Es esto realmente necesario? -Preguntó Artemis, ceñudo.
-Completamente, -Dijo Mayordomo, aplicando energéticamente el palo. -Por supuesto, si te quedaras aquí y me dejaras ir, entonces tú y Myles podrían relajarse en sus mocasines favoritos.
Artemis aguantando la pulla, correctamente asumiendo que Mayordomo aún estaba un poco mosqueado por la decepción del súper-laser.
-Debo acompañarlos, Mayordomo. Este es un súper-laser, no un juguete de apunta-dispara. Está envuelto un entero sistema de activación, y no hay tiempo para enseñarte la secuencia.
Mayordomo colgó una pesada camisa antibalas sobre los flacos hombros de Artemis. -Okey. Si debes ir, es mi deber mantenerte a salvo. Así que, hagamos un trato; si no haces todos esos devastadores comentarios sobre el peso o inutilidad de esta camisa, que sin duda están arremolinándose en ese gran cerebro tuyo, entonces no mencionaré el episodio del súper-laser de nuevo ¿De acuerdo?
“Esta camisa está realmente recortando mis hombros,” Pensó Artemis. “Y es tan pesada que no podría sobrepasar a una babosa.”
Pero dijo, -De acuerdo.
Una vez el sistema de seguridad de Artemis les aseguró que su perímetro estaba limpio, el grupo se escurrió en una sola fila de la oficina, fuera de la cocina, a través de la yarda, y se filtraron en el callejón entre los establos.
No habían guardias, lo que Mayordomo encontró extraño. -No veo nada. Opal debe ya saber que escapamos de sus piratas.
-No puede enfrentar perpetrar más tropas, -susurró Holly. -El sello es su prioridad, y necesita tantos Berserkers vigilando su espalda como sea posible. Somos secundarios en este punto.
-Estaría desaprovechándolas, -Jadeó Artemis, ya sufriendo bajo el peso de la camisa antibalas. -Artemis Fowl nunca será secundario.
-Pensé que eras Artemis Fowl Segundo -Dijo Holly.
-Eso es diferente. Y yo pensé que estábamos en una misión.
-Verdad, -Dijo Holly, luego se giró hacia Mayordomo. -Este es tu área, viejo amigo.
-Que lo es, -Dijo Mayordomo. -Tomaré el liderazgo.
Cruzaron el estado con una velocidad cautelosa, recelosos de cada ser viviente que cruzaba su camino. Tal vez los Berserkers habitaban los mismísimos gusanos en la tierra, o los grandes grillos que florecían en los suelos Fowl y agitaban sus alas a la luz de la luna, sonando como una orquesta de pequeños carpinteros.
-No pisen a los grillos, -Dijo Artemis. -Madre se encariñó de su canción.
Los grillos, apodados Jiminies por los antropólogos de Dublín, eran vistos en todo el año solo en el Estado Fowl, y podían crecer hasta del tamaño de ratones. Artemis ahora adivinaba que este era un efecto de la radiación mágica calándose por la tierra. Lo que no podría haber adivinado era que la magia había infectado el sistema nervioso de los grillos con un grado de simpatía por los Berserkers. No se manifestaban en montones de grillos sentándose en círculo alrededor de fogatas en miniatura contando historias de valientes guerreros élficos, sino en una agresión contra lo quesea que amenazara a los Berserkers. O, poniéndolo simple: Si no le gustabas a Opal, entonces a los grillos no les importabas mucho tampoco.
Mayordomo dejó caer su pie lentamente sobre un grupo de grillos, esperando que se muevan fuera de su camino. No lo hicieron.
“Debería aplastar a estos pequeños,” Pensó. “No tengo tiempo para jugar lindo con estos insectos.”
-Artemis, -Lo llamó por sobre el hombro, -Estos Jiminies me están retando.
Artemis se tiró sobre sus rodillas, fascinado. -Miren, no expresan una prudencia natural, en absoluto. Es casi como si no les agradáramos. Realmente debería conducir un estudio en el laboratorio.
El insecto más grande en el grupo abrió grande sus mandíbulas linterna, saltó alto, y mordió a Artemis en la rodilla. Incluso aunque los dientes del insecto no penetraron sus gruesos pantalones de combate, Artemis cayó hacia atrás en shock y hubiera aterrizado planamente sobre su parte trasera si Mayordomo no lo hubiera alzado en brazos y empezar a correr con su principal metido bajo el brazo.
-Dejemos ese estudio de laboratorio para más tarde.
Artemis estuvo inclinado a darle la razón.
Los grillos los siguieron, pistoneando sus ponderosas patas traseras para impulsarse en el aire. Saltaban como uno solo, una desbordante ola verde que espejaba el camino de Mayordomo con precisión. Más y más grillos se unieron a la panda, lloviendo desde las pendientes del paisaje y los hoyos en la tierra. La ola crujía a medida que se movía, tan apretados estaban los grillos compactados.
“Al menos estos no pueden volar,” Pensó Mayordomo, “O no habría ningún escape.”
Artemis encontró apoyo y corrió sobres sus propios pies, contorneándose fuera del agarre de Mayordomo. El gran grillo estaba aún sujeto a su rodilla, preocupando al material de combate. Artemis lo golpeó con la palma, y lo sintió como si golpeara un auto de juguete. El grillo seguía allí, y ahora su mano estaba adolorida.
Era difícil, incluso para Artemis, pensar en estas circunstancias, o más bien era difícil arrancar un pensamiento sensible del revoltijo chispeando de sus curvas craneales.
Grillos. Grillos asesinos. Chaleco antibalas pesado. Demasiado ruido. Demasiado. Grillos dementes. Tal vez estoy ilusionando de nuevo.
-¡Cuatro! -Dijo en voz alta, solo para estar seguro. -Cuatro.
Mayordomo adivinó que estaba haciendo Artemis. -Está pasando, está bien. No te preocupes, no lo estás imaginando.
Artemis casi deseaba que lo hubiera estado haciendo.
-¡Esto es serio! -Gritó sobre el sonido de su propio corazón golpeando en sus oídos.
-Necesitamos llegar al lago, -Dijo Holly. -Los grillos no nada tan bien.
El granero fue construido en la cima de una colina, mirando desde arriba un lago conocido como la Piscina Roja por la manera en la que brillaba al atardecer cuando era mirado desde la ventana panorámica del salón de la mansión. El efecto era espectacular, como si las llamas de Hades acecharan debajo del agua fresca. De día, un parque de juegos para patos; pero de noche, la entrada al infierno. La idea de que un cuerpo de agua pudiera tener una identidad secreta, siempre había divertido a Artemis, y era en uno de los pocos temas en los que daba a su imaginación rienda suelta. Ahora el lago simplemente parecía el cielo seguro.
Probablemente seré hundido enseguida por el peso de este chaleco antibalas.
Holly lo empujó desde detrás, codeándolo repetidamente en la cadera.
-¡Apresúrate! -Dijo. -Quita esa mirada cristalina de tu cara. Recuerda, hay grillos asesinos tras nosotros.
Artemis levantando sus pies, tratando de correr rápido como había visto hacer a Beckett tantas veces—en un capricho parecía, como si correr la mitad del día no tomara ningún esfuerzo en particular.
Se precipitaron a través de una serie de parcelas de jardín seccionadas con cercas improvisadas de matorrales y postes. Mayordomo chocaba contra lo quesea que bloqueaba su camino. Sus botas pateaban papas nuevas de sus camas, limpiando un camino para Artemis y Holly. Los grillos no eran impedidos por obstáculos, simplemente los serruchaban con un zumbido o fluían alrededor sin una pérdida discernible del paso. Su sonido era denso y ominoso, una cacofonía de murmullos. Tortuosos insectos.
Los grillos líderes mordisquearon las botas de Holly, cerrándose en sus tobillos, chirriando sus pugnaces mandíbulas. El instinto de Holly le decía que parara y desalojara a los insectos, pero sus sentidos de soldados le decían que siguiera corriendo y aguantara los pellizcos. Parar ahora sería seguro un error fatal. Los sintió amontonándose alrededor de sus tobillos, sus caparazones crujiendo y rezumando debajo de sus botas. Era como correr sobre Pelotas de Ping-Pong.
-¿Qué tan lejos? -Gritó. -¿Qué tan lejos?
Mayordomo le respondió levantando dos dedos.
¿Qué era eso? ¿Dos segundos? ¿Veinte segundos? ¿Doscientos metros?
Corrieron a través de los jardines y bajo la colina arada hacia el borde del agua. La luna estaba reflejada en la superficie como el ojo blanco de un dios, y en el otro extremo estaba la suave subida de la pista de ski en la pasarela de Artemis. Los grillos estaban ahora sobre ellos, a la altura de la cintura para Holly. Enjambrándose de cada esquina del estado.
“Nunca tuvimos problemas de grillos,” Pensó Artemis. “¿De dónde vinieron todos ellos?”
Sentían sus mordeduras en sus piernas como pequeñas quemaduras, y correr se volvió lo siguiente a lo imposible con una piel retorciéndose de grillos cubriendo cada extremidad.
Holly cayó primero, luego Artemis, ambos creyendo que esta debía ser, por seguro, la peor forma posible de morir. Artemis había parado de luchar cuando una mano bajo a través del zumbido eléctrico y lo acarreó libre de la ciénaga.
En la luz de la luna, vio un grillo sujeto a su nariz, y levantó el brazo para aplastarlo con sus dedos. El cuerpo se trituró en su puño, y, por primera vez, Artemis sintió el ajetreo de adrenalina del combate. Se sintió como para aplastar todos esos grillos.
Por supuesto, fue Mayordomo quien lo rescató, y mientras pendía del agarre del guardaespaldas, vio a Holly colgando de su otra mano.
-Respiren profundo, -Dijo Mayordomo, y se tiró dentro del lago.
Cinco minutos después, Artemis llegó al otro lado sin una camisa antibalas, de la cual se sintió seguro de que Mayordomo tendría algo que decir—pero había sido o abandonar la camisa o ahogarse, y no había mucha lógica en ser a prueba de balas en el fondo de un lago.
Estuvo aliviado de encontrar que era flanqueado por Holly y Mayordomo, que parecían considerablemente mucho menos sin aliento que lo que él estaba.
-Perdimos a los grillos, -Dijo Mayordomo, causando que Holly rompiera en un farfullo de risitas histéricas, que sofocó en su manga empapada.
-Perdimos a los grillos, -Dijo. -Ni siquiera tú puedes hacer eso sonar rudo.
Mayordomo frotó el agua de su pelo rapado. -Soy Mayordomo, -Dijo, imperturbable. -Todo lo que digo suena rudo. Ahora, fuera del lago, hada.
Parecía que las ropas y botas de Artemis habían absorbido la mitad del lago, juzgando por su peso mientras se arrastraba fuera del agua. A menudo había notado a los actores de propagandas de TV saliendo de piletas grácilmente, surgiendo del agua al suelo al costado de la piscina, pero Artemis siempre se había visto forzado a trepar en el final poco profundo o ejecutar un tipo de desplome doble que lo dejaba sobre su vientre al lado de la pileta. Su salida del lago fue incluso menos agraciada, un contorneo serpenteante que les recordaba a los observadores a los movimientos de una foca torpe. Eventualmente, Mayordomo lo sacó de su miseria con una mano de ayuda bajo un codo.
-Sigamos, Artemis. El tiempo se está gastando.
Artemis se levantó agradecido, láminas de agua fría por la noche deslizándose de sus pantalones de combate.
-Casi llegamos, -Dijo Mayordomo. -Trescientos metros.
Artemis hacía mucho tiempo que había dejado de sorprenderse ante la habilidad de su guardaespaldas para compartimentar sus emociones. Por derecho, los tres deberían haber estado en shock después de lo que habían pasado, pero Mayordomo siempre había sido capaz de plegar todo ese trauma dentro de un cajón para ser lidiado más tarde, cuando el mundo no estuviera en un inminente peligro de finalizar. Solo parándose sobre sus hombros, le daba fuerzas a Artemis.
-¿Qué estamos esperando? -Preguntó Artemis, y emprendió la subida de la colina.
El grupo de grillos retrocedió detrás de ellos hasta que se mezclaron con el viento en los altos pinos, y ningún otro adversario animal fue encontrado en el corto y encorvado trote por la pista. Llegaron a la cresta de la colina para encontrar al granero sin guardias ¿Y por qué los habría? Después de todo, ¿qué tipo de estratega deserta una fortificación para ocultarse en un granero altamente combustible?
“Finalmente un toque de suerte,” Pensó Artemis. “A veces ser retorcido lo vale.”
Tuvieron suerte de nuevo dentro del granero, donde Mayordomo recuperó su pistola Sig Sauer de una caja fuerte codificada atornillada en el lado ciego de una viga.
-No eres el únicos con secretos en el granero, -Le dijo a Artemis, sonriendo mientras revisaba la carga y acción del arma.
-Eso es genial, -Dijo Holly secamente. -Ahora podemos dispararle a una docena de saltamontes.
-Grillos, -Corrigió Artemis. -Pero, en vez de eso, pongamos este avión en el cielo y hagamos un gran agujero en los planes de Opal.
El liviano cuerpo y alas del aeroplano estaban cubiertos con un papel solar que alimentaba el motor para despegar. Una vez en el aire, el avión cambiaba entre vuelo accionado y planeamiento, dependiendo de las direcciones de la computadora. Si un piloto se contentaba con tomar un largo camino alrededor y manejar las corrientes térmicas, entonces era posible engranar el motor para el despegue solamente, y algunos viajes podían, de hecho, crear una huella de carbono cero.
-Ese avión allí, -Dijo Mayordomo. -Más allá de la bolsa de boxeo sin usar y las relucientes pesas con sus abandonadas manivelas.
Artemis gruñó. -Sí, ese avión. Ahora ¿Puedes olvidarte de las pesas y sacar los bloques de las ruedas mientras yo lo enciendo? -Dijo, dándole a Mayordomo algo que hacer. -Dejemos la puerta cerrada hasta que estemos listos para el despegue.
-Buen plan, -Dijo Holly. -Déjame revisar dentro.
Trotó a través del granero, dejando modosas huellas a su paso, y abrió la puerta trasera del avión.
El aeroplano, que Artemis había nombrado el Khufu tras el faraón por quien una barcaza solar había sido construida por los antiguos Egipcios, era un liviano aeroplano deportivo que había sido radicalmente modificado por Artemis en su misión por diseñar un práctico vehículo de pasajeros verde. Las alas eran un cincuenta por ciento más largas de lo que habían sido, con una estructura micro-fina entretejida arriba y abajo. Cada superficie, incluyendo las tapas, estaba cubierta en papel solar, que recargaría la bacteria en el aire. Un cable de poder corría de la cavidad de la cola del Khufu en una subida hacia el sur del techo del granero, para que la nave tuviera suficiente carga para despegar cuando sea que Artemis necesitara hacer un vuelo de prueba.
La cabeza de Holly emergió de la oscuridad del interior.
-Todo limpio, -Dijo en un tono bajo, en caso de que los ruidos altos rompieran su racha de suerte.
-Bien, -Dijo Artemis, apurándose hacia la puerta, ya corriendo la secuencia de encendido en su cabeza. -Mayordomo, ¿Abrirías las puertas tan pronto como ponga el apoyo en movimiento?
El guardaespaldas asintió, luego pateó la cuña blanca de debajo de la rueda. Dos más y listo.
Artemis trepó dentro del avión y supo enseguida que algo estaba mal.
-Huelo algo. El perfume de Juliet.
Se arrodilló entre los asientos de pasajeros, tirando de una escotilla de metal para revelar un compartimiento debajo. Gruesos cables atestaban la caja, y había un espacio rectangular en el medio donde algo como una caja debería haber estado.
-¿La batería? -Preguntó Holly.
-Sí, -Dijo Artemis.
-¿Así que no podemos despegar?
Artemis dejó caer la escotilla, dejando que se cerrara con un sonido metálico. El estruendo apenas importaba ahora.
-No podemos despegar. No podemos dispar.
Mayordomo metió su cabeza en el aeroplano. -¿Por qué estamos haciendo ruido de pronto? -Un vistazo a la cara de Artemis fue toda la respuesta necesaria.
-Así que, es una trampa. Parece que Juliet estaba más al pendiente tuyo de lo que pensamos. -Sacó la Sig Sauer de su pretina. -Okey, Artemis, te quedas aquí. Es tiempo de que los soldados tomen el control.
Los rasgos de Mayordomo se estrecharon en una expresión de sorpresa y dolor cuando un rayo de magia chisporroteó dentro del granero desde fuera, envolviendo la cabeza y torso del guardaespaldas, permanentemente derritiendo cada folículo de cabello en su cabeza, y aventándolo a la parte trasera del aeroplano, donde yació sin emociones.
-Es una trampa, muy bien, -Dijo Holly, seria. -Y caminamos justo en ella.

*MAPS: Mejores amigas por siempre.

Bueno, nos vemos en el próximo capitulo: Un tiro de advertencia, quedando ahora solo 4 capítulos para el final!!! Bueno, la emocion me sobrepasa, besos

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