Bueno, este capítulo es bastante corto y ojal{a hubiero podido subir otro esta seana (tuve feriado largo), pero a mis profesores no se les ocurrió mejor idea que cargarnos con pilas y pilas de tarea, así que aquí se los dejo, y tengo unas noticias buenas para mi, y tal vez no tan buenas para ustedes: me voy de viaje, así que el finde que viene actualizo y después no se si voy a poder actualizar en otras dos semanas :S Bueno, disfruten...
Capítulo 14
Nueve Varas
Ciudad Refugio, Elementos
del Subsuelo
Potrillo no tenía realmente un plan en mente
mientras corría. Todo lo que sabía era que necesitaba llegar al lado de Caballina
sin importar cómo. Sin importar el costo.
“Esto es lo que hace el amor,” notó, y en ese
momento entendió porque Artemis había secuestrado a una hada para obtener
dinero y encontrar a su padre.
El amor hace que todo lo
demás parezca ilógico.
Incluso con el mundo derrumbándose alrededor
de sus oídos, todo en lo que Potrillo podía pensar era en el apuro de Caballina.
Hay criminales goblin
convergiendo en nuestra casa.
Opal había sabido que, como consultor de la
PES, Potrillo requeriría que todas las entregas a su hogar sean escaneadas como
algo de rutina. Así que ella había mandado una caja de regalo ornamentada que
aparecería vacía ante los escáneres. En realidad, ninguna caja está, en verdad,
realmente vacía. Esta estaría empaquetada con microorganismos que vibraban a
una frecuencia alta, produciendo un chillido ultrasónico que nockearía la
vigilancia y volvería a los goblins absolutamente locos—tanto que no pudieran
hacer nada para pararlos.
Los Goblins no eran criaturas brillantes la
mayoría de las veces. Había un solo ejemplo de un goblin ganando un premio de
ciencia, y resultó ser que era un experimento genético con el que había hecho
entrarse a sí mismo en la competencia.
Esta bomba sónica, removería cualquier función
cerebral alta y volvería a los goblins lagartos
predadores respira-fuego. Potrillo sabía todo esto porque había dirigido una mini-versión
de la bomba sónica a la PES como un detenedor de crimen, pero el Consejo había
negado subsidiarlo porque su artefacto hacía que quien lo llevara sangrara por
la nariz.
La Plaza de Policía estaba ahora en un
ochenta por ciento en escombros, con solo el último piso colgando al techo de
roca como un percebe aplastado. Los pisos inferiores habían colapsado en los
espacios reservados de estacionamiento debajo, formando una irregular pirámide
escombrosa, que echaba humo y chispas. Por suerte, el puente cubierto que
llevaba a la estructura unida al estacionamiento, estaba relativamente intacta.
Potrillo se apuró a través de la pasarela, tratando de no ver las grietas en el
suelo por donde una pesuña podría escurrirse, tratando de no escuchar el
torturado chirrido de la estructura de metal mientras se doblaba bajo el peso
de la sobrecarga.
No mires hacia abajo.
Visualízate llegando al otro lado.
Mientras Potrillo corría, el puente colapsó
en secciones detrás de él, hasta que se sintió como si las rechinantes teclas de
un piano cayeran en el abismo. La puerta automática en el otro lado estaba
trabada en un obstáculo en la vía, y temblaba hacia atrás y hacia adelante, dejando
apenas habitación suficiente para que Potrillo se estrujara y colapsara, jadeando,
en el suelo del cuarto piso.
“Esto es tan melodramático,” Pensó. “¿Así son
las cosas para Holly todos los días?”
Alentado por el colisionar
de la mampostería y el hedor de los autos en llamas, Potrillo se apuró a través
del estacionamiento hacia su van, que estaba estacionada en un punto primario
cerca de la vía peatonal. La van era una múcura vieja que fácilmente podría
haber sido confundida con un vehículo abandonado en vez del medio de transporte
elegido por el mágico responsable de la mayoría de los avances tecnológicos de
la ciudad. Si alguien llegara a saber a quién pertenecía la van, entonces
supondría que Potrillo había camuflado el exterior para disuadir potenciales
ladrones de automóviles. Pero no, era simplemente una pila de chapas oxidadas
que deberían haber sido reemplazadas hace décadas. Igual que como muchos
decoradores nunca pintaron sus propias casas, a Potrillo, un experto en avances
automovilísticos, no le importaba lo que él mismo manejaba. Esta era una
desventaja diaria, ya que el móvil-centaurino emitía sonidos resultando en
varios decibeles sobre las regulaciones y, regularmente, encendiendo alarmas
sónicas por toda la ciudad. Hoy, en cambio, la antigüedad de la van era
definitivamente una ventaja, ya que era uno de los pocos vehículos que podían
andar independientemente del sistema magnético automático de rieles de Refugio
y, de hecho, era cien por ciento funcional.
Potrillo silbó para abrir las puertas
delanteras de carga y retrocedió hacia la cabina, esperando a que los arneses
extensibles zumben y acunen su torso equino. El arnés se encintó a su alrededor, pitando en todo el
proceso, y luego levantó al centauro de vuelta a la cabina. Una vez las puertas
alas-de-escarabajo se hubieron plegado, los sensores de la van detectaron la
proximidad de Potrillo y puso en funcionamiento sus propios motores. Le tomó un
par de segundos amontonarse en su vehículo y empezar la marcha, pero le tomaría
más tiempo tratar de trepar en el automóvil con seis extremidades y una cola, la
que algunos equinologistas consideraban una séptima extremidad, o, al menos, un
apéndice.
Potrillo sacó un volante de una ranura a toda
velocidad y hundió su pesuña en el metal, chirriando fuera de su punto de
estacionamiento.
-¡Casa! -Gritó Potrillo dentro del sistema de
navegación del bot suspendido en un cordel de gel ante su cara. Él había, en un
momento de vanidad, moldeado el rostro del bot a su propia imagen.
-¿La ruta usual, guapo? -Dijo el sistema bot,
parpadeando con cariño a Potrillo.
-Negativo, -Respondió Potrillo. -Ignora la
velocidad usual y los parámetros de seguridad. Solo llévanos allí lo más rápido
posible. Todos los límites normales de conducta están levantados de mi
autoridad.
Si el bot hubiera tenido manos, las hubiera estrechado.
-He estado esperando un largo tiempo para escuchar eso, -Dijo, y tomó control
del vehículo.
Algo le estaba pasando a la hermosa cajita
con incrustaciones en la manos de Caballina. Parecía como si un pequeño nubarrón
estuviera agitándose allí dentro. La cosa vibró como una colmena, a pesar de
que no había absolutamente ningún sonido. Pero allí había algo, un
sentimiento que la puso muy nerviosa e hizo que sus ojos se humedecieran, como
si unas uñas invisibles estuvieran siendo arrastradas por un pizarrón mental.
Loco, lo sé, pero así es
como se siente.
Tiró la caja lejos de ella, pero no antes de
que el pequeño nubarrón haya fluido del contenedor y revestido su mano. La caja
rodó debajo de la mesa de café—un gran hongo plano petrificado al que una vez Holly
había llamado tan estereotipado que me hace querer gritar—y yació allí,
emitiendo lo que sea que fuese que puso los nervios de Caballina en el límite.
-¿Qué pasa, querido? -se giró para
preguntarle a la pequeña LuzARC, pero esta yacía muerta en el suelo, una
pequeña columna de humo curvándose fuera de su cabeza.
“La caja hizo eso,” Adivinó. Lo quesea que
esta cosa era, no vino de Potrillo, porque se sentía de alguna forma mal. Y
ahora lo malo estaba en su mano. Caballina no era, de ninguna manera, un
centauro asustadizo, pero sintió una premonición de peligro que casi la hace
desplomarse.
Algo malo está por pasar. Incluso
peor que todas las cosas malas que han pasado hoy.
Muchas hadas habrían caído en pedazos ante el
peso de tan ominosas circunstancias, pero si el universo esperaba tal reacción
de Caballina Wanderford Paddox Potrillo, entonces el cosmos estaría a punto de
ser sorprendido, porque una de las características que la habían llevado a ser
prometida de Potrillo, era su espíritu de lucha. Y ella no solo sostenía este
espíritu con el poder del pensamiento positivo. Caballina había alcanzado el
nivel de cinto azul en el antiguo arte marcial centaurino de las Nueve Varas, que
incluían la cabeza y cola como armas. Ella seguido había practicado en el gimnasio
de la PES con Holly Canija, y ciertamente la había una vez golpeado
accidentalmente a través de una pared de arroz cuando la imagen de un viejo
novio había aparecido repentinamente en su cabeza.
Caballina trotó hacia un armario alto cerrado
en la habitación y le instruyó que se abriera. Dentro estaba su cinto azul, que
rápidamente cruzó en su pecho. La banda no sería de ningún uso práctico si los
atacantes estaban de camino. Lo que ayudaría era la larga vara flexible de bambú
a su lado, que silbaba al cortar el aire y podía, en buenas manos, despellejar
la piel de la espalda de un trol.
La textura del palo en su palma calmó a
Caballina, al punto en el que se sentía un poco tonta allí parada con la
regalía entera de las Nueve Varas.
Nada malo está por pasar. Solamente
estoy sobre reaccionando.
Luego la puerta principal explotó.
El sistema de navegación de Potrillo manejó
como un maníaco, riéndose con un júbilo que Potrillo no recordaba haber
programado dentro suyo. E incluso a pesar de que Potrillo estaba consumido con horrible
visiones de Caballina en las garras de goblins respira-fuego, no pudo evitar
notar la devastación que pasaba por la ventana—nubes de denso humo, y destellos
de llamas naranjas y azules borroneadas por la velocidad demente del van. Oficiales
de la PES buscaron entre escombros y restos por supervivientes, y pilares de
humo se levantaban de una docena de puntos de referencia familiares.
-Tranquilo, -Dijo, golpeando al nav-bot. -No
le seré muy útil a Caballina si llego muerto.
-Relájate, viejo, -Dijo la pequeña cabeza-bot.
-No es como si fueras a ser de mucho uso de cualquier manera. Caballina sabe
las nueve varas ¿Qué cas a hacer tú? ¿Arrojar un teclado?
“¿Viejo?” pensó Potrillo, deseando ahora
nunca haberle dado al bot un chip de personalidad experimental, deseando aún
más que el chip no tuviera su propia personalidad. Pero el bot tenía razón ¿Qué
iba a hacer él? De hecho, sería trágico si Caballina muriera tratando de
salvarlo. De pronto, Potrillo se sintió como un salvavidas con fobia al agua
¿Le estaba dado algo de uso a la situación?
El nav-bot parecía leerle la mente, lo que
era imposible; pero Potrillo decidió patentarlo solo en caso de por si
accidentalmente había inventado un robot telepático.
-Explota tus cualidades, amigo, -Dijo.
“Por supuesto,” Pensó Potrillo. “Mis
cualidades ¿Cuáles son mis cualidades? ¿Y dónde están?”
Estaban, obviamente, en la parte trasera de la
van, donde almacenaba miles de experimentos a medio terminar y casi legales y
piezas de reemplazo. Cuando Potrillo pensó en eso, se dio cuenta que habían
cosas en su camión capaces de hacer un agujero en la corriente del tiempo si se
unían, así que había decidido hace mucho tiempo no pensar en eso, ya que la
alternativa era vaciar su van.
-Sigue conduciendo, -Instruyó al nav-bot, retorciéndose
fuera de su arnés y retrocediendo por el pequeño puente que unía la cabina con la
parte posterior. -Necesito mirar en la parte trasera.
-Cuidado con la cabeza, viejo, -Dijo el bot con
gozo, un segundo antes de lanzándose sobre un corcovado puente fuera de una instalación
para el cuidado dental mágico tallada en un molar gigante.
“Ese chip de personalidad debe estar
corrompido,” Pensó Potrillo. “Nunca sería tan imprudente, y definitivamente
nunca llamaría a nadie “viejo.””
Cuando la puerta frontal explotó, la reacción
de Caballina fue de furia. Primero, porque la puerta delantera de la casa era
jacarandá antiguo y había sido responsablemente conseguida de Brasil, y segundo
porque había estado abierta y solo un idiota sentiría la necesidad de volar
algo que ya estaba entornado. Ahora la puerta debería ser reconstituida, y
nunca sería lo mismo, incluso aunque pudieran encontrar todas las astillas.
Caballina entró hecha una furia al lobby para
encontrar un goblin trastornado culebreando dentro de la casa a gatas, humo
saliendo de sus planas cavidades nasales, su cabeza de lagartija sacudiéndose
de lado a lado como si hubiera una polilla en su cráneo.
-¡Cómo te atreves! -Dijo Caballina, proporcionándole
a la criatura lagarto un golpe al costado de su cabeza que literalmente lo
golpeó fuera de su piel, que había sido en el punto del derrame.
“Bueno, eso es molesto,” Pensó, creyendo que
el asalto estaba acabado, cuando otro goblin apareció en el manchado camino de
entrada, la cabeza meciéndose de la misma manera desconcertante que el primero.
Dos más entraron a patear la ventana, y algo comenzó a escarbar en el
triturador de basura.
No me digas. Otro goblin.
Caballina le dio la espalda al goblin en la
entrada y le dio un golpe de doble-barrelado con sus piernas traseras que
sacaron una nube de humo de su boca abierta y lo mandaron volando hacia atrás
sobre la pared límite como si hubiera sido tirado con una cuerda de bungee. Simultáneamente,
perforó la ventana con dos golpes relámpago de su bambú, desalojando a los goblins
del alfeizar que acababa de ser pintado. A través del cristal roto vio docenas
de goblins convergiendo en la propiedad y sintió algo cercano al pánico real.
“Espero que Potrillo no venga a casa,” Pensó,
doblando sus rodillas en una posición de combate. “No creo que nos pueda salvar
a ambos.”
Potrillo hurgó por la van, buscando algo, cualquier
cosa, que pudiera salvar a su amada.
“Incluso aunque pudiera llamar por ayuda,”
Pensó, “Todos están hasta el cuello en un desastre u otro. Depende de mí.”
La van era un revoltijo embarullado, los
estantes se apilaban hasta lo alto con revestimientos de robot, jarras de especímenes,
incubadoras, fuentes de poder, y partes del cuerpo biónicas.
Pero sin armas. Ni una
pistola.
Encontró un frasco de ojos bio-híbridos, que
lo contemplaron, y una jarra de espécimen llena de algún tipo de ejemplar
líquido que no podía recordar haber recolectado.
-¿Alguna suerte? -Preguntó el nav-bot de un
parlante de gel adherido al panel de la pared.
-No todavía, -Dijo Potrillo. -¿Cuánto tenemos
hasta llegar allí?
-Dos minutos, -Replicó el bot.
-¿Puedes recortar un minuto de ese tiempo?
-Podría, si corriera sobre algunos transeúntes.
Potrillo lo consideró. -No. Mejor no ¿No
había un cañón de plasma aquí, en alguna parte?
-No. Lo donaste al orfanato.
Potrillo no perdió tiempo preguntándose por
que donó un cañón de plasma a un orfanato, sino que en vez de eso, siguió
cavando en los trastos de la van.
Si tuviera una hora podría
ensamblar algo, ¿pero dos minutos?
Fibras ópticas. Periféricos de interiores. Maniquís
de Vudú. Cámaras.
Nada útil.
Atrás del todo, Potrillo encontró una vieja y
obsoleta litio-iónica batería mágica que debería haber drenado años atrás. Palmeó
el largo cilindro con cariño.
Lanzamos la famosa parada
del tiempo en la Mansión Fowl con una serie de ustedes, chicos.
Potrillo se quedó quieto ¡Una parada de
tiempo!
Podría detener el tiempo, y todos dentro
estarían atrapados hasta que se acabe la batería.
Pero los paros-de-tiempo requerían cálculos
complicados y vectores precisos. No podías iniciar una parada del tiempo en los
suburbios.
Normalmente, no. Pero
estas no son circunstancias normales.
Necesitaría estar concentrada. Casi magia
pura, con un diámetro no mayor a la utilería en sí.
-Te veo mirando esa bacteria mágica, -Dijo el
nav-bot. -¿No estás pensando en poner en marcha una parada del tiempo, o no, viejo?
Necesitas una docena de permisos antes de poder hacer eso.
Potrillo sincronizó el cronómetro de la batería
con la computadora de navegación, algo que Holly no podría haber hecho ni en un
millón de años.
-No, -Dijo. -No estoy poniéndola en marcha. Tú
lo estás haciendo.
La cola de Caballina estaba chamuscada y
habían marcas de mordeduras en sus patas traseras, pero no se permitiría a sí
misma rendirse. Más de una docena de goblins la rodeaban, hacienda crujir el
aire, sus globos oculares rodando salvajemente, siendo enloquecidos por algo. Habían
más en el techo, masticando su camino, y cada ventana y puerta era una masa de cuerpos
retorciéndose.
“Nunca llegué a decir adiós,” Pensó Caballina,
determinada a derribar a tantas de esas lagartijas como sea posible antes de
que la enterraran bajo puros números.
“Adiós, Potrillo, te amo,”
Pensó,
deseando que el sentimiento, de alguna forma, lo alcance.
Luego su marido chocó la van a través del
lado de la casa.
El nav-bot entendió sus instrucciones
inmediatamente.
-Es un plan de locos, -Dijo la inteligencia
artificial. -Pero es lo que haré.
-Bien, -Dijo Potrillo, metiéndose en el arnés
del asiento de pasajeros. -Porque lo estarás haciendo.
-Te quiero, Viejo, -Dijo el pequeño bot, una
lágrima gelatinosa bajando de su mejilla.
-Cálmate, programa, -Dijo Potrillo. -Te veré
en un minuto.
Caballina realmente no entendió que pasó a
continuación hasta que su mente tuvo un tiempo de revisar las imágenes. El van
de trabajo de su marido se plegó dentro de la casa, aplastando media docena de goblins.
La puerta del conductor estaba abierta con su arnés extendido, y Caballina no
tuvo tiempo de registrar esto antes de ser juntada a paladas, hacia atrás, y
arrojada, cara abajo, dentro de la cuna de los cuartos traseros.
-Hola, cariño, -Dijo Potrillo, en un intento
de despreocupación que era contradicho por el sudor nervioso en su frente.
La sección de conducir de la van fue separada
al ser rasgada, mientras que la sección trasera frenó y el frente viró
bruscamente sobre la pared opuesta.
-¡Mi casa! -Dijo Caballina en el asiento
acolchonado, mientras la mampostería golpeaba contra las puertas y centellas chisporroteaban
en el parabrisas.
Potrillo había intentado guiar manualmente la
sección delantera para detenerse de forma gradual a una distancia segura de la
casa, pero los vehículos a batería eran impredecibles, y este insistió en voltearse
sobre su lado y derrapar dentro de la yarda, pasando su rueda por la pila de
composta familiar, que contenía a muchos de los ancestros de Potrillo.
Los goblins estuvieron despistados por un
momento; luego sus pobres sentidos torturados captaron la detestada firma sónica
en la mano de Caballina, y sus cabezas se giraron hacia la sección frontal de
la van. Habían tantos goblins en la casa ahora que parecía una criatura gigante
de escamas verdes. Cada goblin infló su pecho para lanzar una bola de fuego.
-Lindo rescate. Una lástima que no fue un éxito
total, -Dijo Caballina. -Pero aprecio el gesto.
Potrillo la ayudó a levantarse. -Espéralo,
-Dijo.
Antes de que una simple bola pudiera ser
disparada, un rayo de magia azul explotó a través de la parte de atrás de la
van, se disparó a seis metro hacia arriba, luego creció rápidamente en un hemisferio
de ectoplasma gelatinoso y se dejó caer con esmero sobre la residencia Potrillo.
-Retiro lo dicho, -Dijo Caballina. -Este fue
un rescate espectacular.
Potrillo había justo sellado la mano de Caballina
dentro de un guante anti material peligroso y asegurado a los vecinos reunidos que
la emergencia había pasado, cuando la parada del tiempo decayó, revelando un
gran grupo de dóciles goblins.
-¡Potrillo! -Gritó Caballina. -El campo de
fuerza azul está casi muerto.
-No te preocupes, -Dijo Potrillo. -Tu mano
los estaba volviendo locos, pero suavicé la señal. Estamos a salo ahora.
Caballina escudo a su esposo con su propio
cuerpo mientras los goblins deambulaban, aturdidos, por las ruinas de su casa.
-Aún son criminales, Potrillo.
-Han cumplido su tiempo, -Dijo el centauro. -Esa
fue una parada del tiempo concentrada. Casi un cien por ciento pura. Cinco
segundos para nosotros fueron cinco años para ellos.
-¿Así que están rehabilitados? -Preguntó
Caballina.
Potrillo recogió su camino alrededor de los
pequeños incendios y pilas de escombros, que era todo lo que quedaba de su
hogar familiar.
-Tanto como nunca lo estarán, -Dijo, guiando goblins
confundidos hacia los postes aún en pie de su entrada. -Vayan a casa, -Les dijo.
-Vayan con sus familias.
No había mucho que quedara de la sección
trasera de la van, solo los huesos de un chasis y algunas cosas aplastadas. Potrillo
metió su cabeza dentro del marco de la puerta y una voz dijo:
-Viejo, te he extrañado. Ha sido un largo
tiempo ¿Cómo lo hicimos?
Potrillo sonrió y palmeó un estuche. -Lo
hicimos bien, -Dijo, y luego agregó, -Viejo.
Vaya que si estuvo bueno el capitulo, cortito pero bueno.
ResponderEliminarDeberes escolares, que mas podemos hacer, en fin. Feliz viaje de... ¿autodescubrimiento?, ¿entrenamiento?, ¿busqueda?, ¿vacaciones?, ¿negocios?, ¿familiares? Bueno, que sea de provecho ó entretenido (ó de los dos, cual es el problema), pero que se la pase chidito en el viaje.
Saludos y esperamos fotos.
es genial lo que estás haciendo, sigue así!!!!
ResponderEliminary disfruta muuucho, descansa y vuelve con las pilas a tope!!!